Ania no estaba convencida en absoluto de dos cosas:
No estaba convencida ni de que seguir con Sergio era buena idea; ni el ir a un festival donde solo habría actores porno y chicos con espinillas y salidos con teléfonos haciendo fotos y vídeos.
Pero Sergio, como siempre, no daba opción: "Ya verás, lo vas a pasar bien, aprenderás cosas nuevas. Además estás muy buena; ¡Igual te confunden con una actriz porno!".
Estos momentos eran los que Ania se preguntaba por que estaba saliendo con este chico desde hacía ya 3 años. La respuesta era siempre la misma: "pobrecito, estaría perdido sin mi".
Las cosas hacía unos cuantos meses se habían puesto difíciles para ella. Sergio había entrado a trabajar en una fábrica y su temperamento y personalidad habían cambiado. El achacaba ese cambio a los turnos de noche, largos, tediosos. Ella sabía que allí los compañeros eran unos zafios sin escrúpulos. Lo supo cuando en una cena con mujeres se dio cuenta de ella y otra mujer de unos cincuenta eran las únicas mujeres que se habían atrevido a ir. Los piropos más o menos ofensivos hacía Ania volaban por encima de las patatas bravas y las raciones de pollo al ajillo. El se reía con cada tontería que salía de la boca de los compañeros. Quería ser uno de ellos y, Sergio que siempre fue muy débil mentalmente, se dejaba llevar por ese ambiente.
Ania es una chica bajita, morena, con el pelo liso y por la nuca. Una cara muy bonita. Nunca ha sido de las que se visten rompedoras, pero tiene un cuerpo muy bonito, con un culo rellenito pero respingón y unos pechos muy generosos y bien altos... un bombón.
Sergio la había conocido en la discoteca de moda de la ciudad, iban a la misma universidad y se conocían de vista. Se enrollaron una noche y hasta hoy.... justo hasta hoy.
Y así llegamos al sábado en cuestión. Sergio rogó a Ania que se pusiera su ropa más sexy. Su chica le dijo que no, que no pretendía que la confundieran con "una de esas furcias". Al final para el regocijo de Sergio, Ania se puso unos pantalones de algodón elásticos muy cortitos, que solía llevar con medias, unos zapatos negros sin tacón y una camiseta ajustada con un ligero escote. Sergio se relamía viéndola a su lado en el coche.
El aparcamiento del recinto estaba a reventar, eran las siete de la tarde y de los coches de alrededor, salían grupos de chicos, hombre solos, algún grupo de chicas en plena efervescencia alcohólica de despedida de soltera y, para tranquilidad de Ania, algunas parejas que "parecían muy normalitas".
En la entrada unos gorilas pedían la acreditación y se dedicaban a mirar a fondo, sobre todo a los jóvenes que entraban ya dando botes y comiéndose las uñas. A Ania los dos seguratas ni la miraron, si percibió unos cuantos pares de ojos de un grupo de chicos que estaba esperando en la cola justo detrás de ella.
- Sergio, controla no vaya a ser que aquí me metan mano o algo peor - Trató de preocupar a su chico.
- Tranquila mujer, que no pasa nada - Dijo Sergio sin mirarla.
El recinto era enorme, lleno de stands pequeños y de varios escenarios más grandes. En muchos de los stands había chicas muy ligeras de ropa entregando folletos o ejemplares gratuitos de revistas eróticas o pornográficas. Sergio se puso en la fila donde había más gente. Mientras Ania trataba de no soltarse de su mano, Sergio trataba de zafarse de ella, para sacar su móvil y hacer foto a la azafata en cuestión. Ania se pensó que quizás la fila era la más larga no por la calidad de la revista, si no por que la chica que las entregaba solo llevaba puesto una pequeña braguita negra de latex y unos zapatos de tacón muy alto. Dos pechos extrañamente firmes apuntaban a todos los chicos que recogían la revista de sus manos. La joven se dejaba fotografiar con ellos e incluso algunos agachaban la cabeza y sacaban la lengua cerca de los pezones de la azafata. Le llegó el turno a Sergio el cual, ante el asombro de Ania, tomó su revista, saco su móvil, lo enfocó a los pechos de la chica y... "Click" les hizo hizo una foto.
Ania no se lo podía creer... "Delante de mis narices" pensaba mientras sus ojos se clavaban en las tetas de la chica.
Nuestra amiga comenzaba sentirse algo avergonzada, su bonito cuerpo no pasaba desapercibido a los ojos de los cientos de chicos y hombres que deambulaban como zombis por el recinto, con cámaras de fotos, cámaras de vídeo y teléfonos móviles de última generación, buscando carne al aire. Se percató que algunos objetivos la seguían y ella trataba de bajarse el pantalón corto y de subirse lo que podía el escote.
Sergio hacia ya unos minutos que la había soltado de la mano y ella apenas se podía fijar en nada, puesto que lo único que buscaba era la espalda de su chico para no perderse en ese mundo.
Llegaron al stand donde dos chicas estaban sentadas detrás de una mesa, firmando vídeos, posters, y tarjetas con su foto. Foto, la cual, las retrataba en pleno sexo oral de una a la otra. Sergio tomó una de esas postales del montón de la mesa y guardó pacientemente su lugar en la fila. Ania trataba de agarrarle del brazo o darle la mano, pero los gestos de Sergio daban a entender que el ahora mismo no tenía novia. Cuando llegó el turno de su novio, este les dio la tarjeta para que se la firmaran y cuando las chicas, sonrientes y en sujetador de encaje, le dijeron algo, Sergio se giró buscando a alguien. Su objetivo estaba a solo un palmo de sus narices; era Ania, que asombrada solo pudo coger el teléfono de su novio y apretar el botón de hacer foto cuando su chico se colocó detrás de las dos mujeres apoyando sus brazos en los hombros.
"Esto ya me parece una falta de respeto" Pensó Ania mientras apretaba el botón del móvil.
- No pasa nada tontona. Son recuerdos. Tu eres mi única actriz - Le dijo Sergio al ver la cara de Ania.
Pero a Ania no le consolaban nada ni las palabras, ni el tierno apretón de nalgas que su chico le estaba dando.
- Además, no has visto como te miran algunos chicos?. Estás tu más buena que muchas de estas tías - Trató de complacer Sergio.
Pero no, Sergio no estaba consiguiendo su objetivo, y menos cuando soltó el culo de su chica y con un "Walaaaa" salió corriendo a un escenario donde cientos de personas se arremolinaban en sus aledaños.
Antes de echar a correr detrás de el a Ania la pararon dos chicos. Eran jóvenes, quizás demasiado jóvenes.
- Hola... nos podemos hacer una foto contigo? - Dijo uno de ellos
- Creo que te equivocas - Trató de explicar Ania
- No, sabemos que no eres actriz, pero estas muy buena - Respondió el otro.
Ania por primera vez en toda la tarde, se sintió alagada y con una sonrisa inocente y paternalista, accedió a hacerse la foto.
El más bajito la cogió de la cintura mientras el otro les sacaba la foto.
En su turno, el alto, con una mano le rodeó la cintura y con la otra hizo que le agarraba un pecho. Ania se sobresaltó, pero se dio cuenta de que el chico solo estaba posando.
Cuando acabó el posado, el chico bajó su mano que descansaba en la cintura de Ania, hacia su culo, el cual acarició levemente. Ania no se atrevió a decir nada, puesto que el gesto fue tan natural que no sabía si fue premeditado o no intencionado.
Ania se encaminó hacia el tumulto que había en torno a un escenario circular donde había corrido su novio. Nuestra amiga estaba decidida a decirle que ella salía de allí y que tomaría el metro hasta casa y que allí le esperaba y....
Un griterío de júbilo y de excitación rompió los pensamientos de Ania. Esta levantó la cabeza y vio como de las cortinas que había en la parte trasera del escenario salían dos chicas. Los flashes comenzaban a aparecer, los "click, click, click" a sonar... y los apretones para ir más hacia el show eran más que evidentes.
Ania notaba que detrás de ella y a sus lados los chicos (todos eran chicos) comenzaban a apretujarse demasiado. Nadie se fijaba en ella. Todos miraban al escenario y a las dos chicas que, con una silla por acompañante, daban rienda suelta a caricias y a morreos muy eróticos.
Una de ellas se hizo con un micrófono y con estas palabras: "necesitamos un voluntario" se acercó al borde del escenario. Ania pensaba que todos levantarían la mano, pero para su sorpresa, vio que solo había unas diez levantadas.
"Vamos valientes" Jaleaba la chica del escenario, mientras que la otra miraba el "ganado" con las manos levantadas.
Con la excitación del momento y el morbo de la situación, Ania no se percató de que los chicos de su alrededor sí se habían percatado de que ella estaba allí: Chica, con ropa agradable, con cuerpo agradable y agradablemente sola...
Una furtiva mano acarició una nalga de Ania. Esta se dio cuenta, pero rezó para que solo fuera un movimiento inocente. La segunda mano que la tocó en su brazo izquierdo si que le pareció que ni era accidental ni inocente, puesto que la estaba acariciando sin pudor alguno. Ania comenzó a sentirse muy incomoda y nerviosa.
Antes de hacer una escena donde ella saldría perdiendo, trató de buscar a su chico. Levantó la cabeza como pudo, entre una mano acariciando su brazo y otra descaradamente en su culo, Ania apenas tenía capacidad de movimiento.
No hizo falta buscar demasiado. Entre gritos de júbilo de los presentes, Ania logró dar dos pasos hacia delante, zafándose así de sus "captores" y logró ver que las dos chicas subían al escenario a un chico... ligeramente familiar.
Sí
Era Sergio.
A Ania no le importó que de nuevo una mano le acariciara a modo de prueba su trasero. Con cara de no creérselo trató de avanzar hacia el escenario, consiguiéndolo con mucho esfuerzo. Nuestra amiga acabó por llegar al borde donde pudo ver que sí, efectivamente, era su chico el que se sentaba en la silla.
- Creéis que se le va a levantar? - Preguntó la morena entre la aprovación del respetable.
Ania no se lo creía.
Las dos chicas comenzaron a morrearse a escasos centímetros de la cara de Sergio, el cual no sabía donde dirigir su mirada. Después de esa demostración de amor lésbico, las dos se volvieron hacia Sergio y poniéndose cada una a un lado de su cabeza, sacaron sus lenguas y con la punta de las mismas, comenzaron a lamer la cara del novio de Ania. Esta a su vez, con una mano ya totalmente posada en su nalga derecha, comenzó a sentir un calor que no sabía decir si era, enfado, celos, excitación... o todo mezclado.
Una de las chicas se separó de la cara de Sergio y mirando al público con cara de pícara, se arrodilló delante del chico, le abrió las piernas y, bajo un griterío ensordecedor, le desabrochó el pantalón, le bajo la cremallera y el vaquero acabó en los tobillos de Sergio.
Ania, entre todas esas sensaciones no se percató de que ahora su otra nalga estaba ocupada por otra mano... ambas extremidades masculinas estaban apretando y sobando a conciencia el culo de nuestra amiga.
La rubia no bajó el slip de Sergio aunque el público la animaba a ello, pero sí que bajo su cabeza e hizo en inequívoco gesto de una buena mamada. Ania no sabía si solo se la hacía al aire o si sus labios se pegaban al ya gran bulto que Sergio tenía en su entrepierna.
La gota que colmó el vaso, fue que mientras la mamada al aire (o no) se realizaba, la morena, se subió encima de la silla, poniendo sus pies en los reposabrazos y acercó su tanga a la boca de Sergio, el cual no dudo en tomar por las nalgas y restregar los labios por la parte de alante del tanga de la actriz.
Ania no podía más. Con un gesto de rabia se separó de las dos manos que la sobaban y esquivando a todos los chicos que se encontró en su camino salio de las inmediaciones del escenario con la idea de tomar el primer taxi que viera, llegar a casa, hacer las maletas y marcharse a casa de alguna amiga a llorar sus penas y su experiencia.
Casi lo agradecía, esta demostración de estupidez le ponía las cosas más fáciles para dejar al zafio de Sergio.
Vio a los dos jovencitos que paseaban atónitos entre los stands, mirando a las azafatas que en ocasiones les reclamaban para darles algún folleto y en otras se dejaban fotografiar como hizo Ania al principio de la tarde.
Justo cuando pasaba al lado de otra masa enfervorecida de hombres, a los que apenas vio, de nuevo las voces atronadoras sonaron sobresaltándola. Ania giró la cabeza en dirección al griterío. En otro escenario dos chicos buscaban una chica entre el público para hacerla subir. A Ania se le pasó por la cabeza vengarse subiendo al escenario y dejándose hacer para que su chico se enterara de lo que ella también era capaz de hacer.... pero no.
Se quedó a unos 6 metros del escenario, creyéndose a salvo detrás de varias filas de hombres. El mazas del stripper/actor con el micro en la mano pedía voluntarias. Ania lograba ver algunas chicas que forzejeaban con sus novios, el grupo de la despedida de soltera que, debido a su nivel de alcohol en sangre no se estaban enterando de lo que pasaba.
Justo cuando Ania se giró para proseguir su huida, decenas de ojos se fijaron en ella... y una voz repetía "Tu, tu, sí, tu, la morenita sexy, ven aquí" Ania se giró y vio como el mazas le señalaba y le hacía gestos con la mano.
Los chicos de alrededor la tomaron por las manos y los brazos y, en un abrir y cerrar de ojos, Ania se encontró al pie del escenario y subiendo los pocos peldaños que lo separaban del suelo.
Ya no había vuelta atrás.
Ania estaba arriba, de pie, con dos chicos semi desnudos uno a cada lado y perdida.
Lo primero que hizo fue buscar el escenario donde estaba su novio. Se sorprendió al ver que estaba relativamente cerca y se sorprendió aún más cuando vio que su chico estaba tumbado boca arriba, con los slips puestos, pero con las dos chicas totalmente desnudas, una frotándose como una loca contra su entrepierna y la otra dándole los pechos. Ania no pudo averiguar si su chico se los estaba comiendo o....
De repente cuatro manos se posaron sobre ella, la levantaron del suelo como si no pesara más que una pluma y acabó sentada en la silla. Mientras uno de los chicos dejaba el micrófono, el otro se abrió de piernas y sentándose encima de las de ella, le susurró al oído: "Llegaremos hasta donde tu quieras llegar, preciosidad".
Ania no daba crédito. Allí estaba sentada y rodeada de piel musculosamente desnuda.
Unos labios se encontraron con los suyos, solamente sintió calor, no hubo humedad. Pero todo su cuerpo se estremeció al ver los ojos del chico clavados en los de ella. Cuando se concentró en su situación y dejó de pensar en la de su novio (ya ex a todos los efectos) se percató de que el publico rugía y de que los flashes de las cámaras volaban por los aires. Un leve mareo se apoderó de ella, justo cuando notó dos manos reptando hacia sus tetas, por encima de la camiseta que llevaba. Los alaridos del público masculino la despertaron del letargo y con suavidad apartó con las suyas las furtivas manos de sus tetas.
Cuando volvió a subir la mirada se encontró delante, a escasos centímetros de sus labios un slip negro y lleno de carne bailaba. Con las defensas bajas las manos del chico de su espalda, volvieron al ataque pasando de nuevo a sus pechos. Ania ya no tenía manos para apartar brazos y paquetes.
El de su espalda en un hábil y rápido gesto bajó sus manos hasta el final de la camiseta y en un abrir y cerrar de ojos, Ania se encontró tapándose el sujetador blanco que ocultaba sus generosos pechos. El público enloquecía. A Ania le pareció distinguir en las primeras filas a los dos jóvenes de la foto.
Mientras que ella dudaba de si eran ellos o no, las manos del chico de su espalda de nuevo se posaban sobre su sujetador, esta vez con los dedos abiertos estos tocaban algo de carne de la parte superior de sus pechos. Ania lo sintió con mucho calor. Giró la cabeza en un movimiento instintivo para ver si su chico seguía en el escenario con las dos actrices, pero solo vio un escenario vacío y muchas gente caminando hacia el que ella estaba.
Algo va mal.....
Ania nota como sus pezones ya no tocan algodón con encaje.
Ania mira hacia sus tetas.
Ania ve que entre su bonito sujetador reafirmante y sus pezones hay un par de manos.
"Pero...¿Qué haces?" Se pregunta a ella misma. La respuesta se la da su novio, que en primera fila y con el flash de su móvil echando chispas, jalea la escena como si fuera uno más de los cientos de chicos que hay mirando el espectáculo. "Será gilipollas".
Aprovechando que el chico rapado (llamémosle así puesto que no sabemos su nombre) ha dejado de bailar y ha bajado su cara a la altura de ella y que parece que quiere besarla, esta abre su boca en un gesto instintivo. El muchacho no se lo piensa y ambos se funden en un morreo considerable. El chico J (debido al tatuaje que exhibe en su antebrazo), diestro en el manejo de ropa femenina, aprovecha la situación libre de los brazos de Ania para, en otro rápido movimiento, que su bonito sujetador vuele por los aires.
Ania está atrapada por los labios del rapado, el cual sabe perfectamente cual es el plan a seguir.
Los pechos de Ania están escondidos tras las manos de J. El rapado se separa de su boca y mirando al público se quita su slip, dejando a las pocas chicas presentes boquiabiertas y a los chicos esperando un gran espectáculo con la joven amateur.
Se gira y Ania ve una polla de un tamaño considerable... para estar aún ligeramente flaccida... y se está acercando. El de su espalda logra después de varios minutos que sus pezones comienzen a endurecerse. En un esfuerzo titánico, Ania busca de nuevo a su chico, que esta vez la mira con gesto de preocupación.
"Por fin" Piensa aliviada.
Pero el alivio le dura poco. El rapado toma su verga con una mano, ahora Ania se siente señalada por algo. En apenas un segundo tiene un apetecible trozo de carne a tres centímetros de su boca y no sabe que hacer.
La gente se vuelve loca: "CHUPA... CHUPA... CHUPA" Gritan enfervorecidos.
La polla se acerca tanto que nuestra amiga nota el calor que desprende. En un momento de confusión piensa en abrir la boca y disfrutarla, pero esa gente, ese desconocido... el que la está volviendo loca acariciando sus pezones...
Cuando abre la boca para dejar escapar un suspiro el rapado aprovecha para que su glande toque los labios de la chica. Esta hace un gesto de negación con la cabeza de desaprobación, es algo instintivo, pero el público es soberano y esa soberanía está presente en forma de excitación de jaleamiento... Ania no puede más.
Abre la boca, levemente, casi con timidez sin la forma que ponen las mujeres para chupar o mamar, como si fuera su primera vez la abre esperando que algo entre y salga. Pero nuestra protagonista no es primeriza y en cuanto nota la carne en su paladar, aprieta los labios contra la verga que la está invadiendo. El rapado la señala y mirando al público hace gestos de aprobación.
J suelta sus pechos, ya ha conseguido lo que quería y ahora le toca a el disfrutar de la vista. El rapado saca su polla de la boca de nuestra amiga. Esta ya tiene una considerable excitación... la polla también.
Como en trance los dos chicos levantan a Ania de la silla. Ella trata de tapar sus grandes pechos con las manos, pero sus manitas son muy pequeñas y sus pechos muy grandes. Mira a su chico que ya le devuelve la mirada atónito. La chica se da cuenta y con un gesto de "jódete" baja sus brazos. La visión de las tetas hace que el público se vuelva más loco, las cámaras y móviles trabajan a destajo.
J se pone de nuevo a su espalda, la toma por la cintura y con otro rápido y felino movimiento, le desabrocha el pantaloncito y en dos segundos Ania ya solo está en tanga.
Ania no para de mirar a su novio (ex, como ya hemos hablado) aguatándole la mirada.
El rapado la levanta y se la pone en la cintura, colocando las piernas de la chica rodeandolo. Se dan un húmedo beso.
El chico se sienta en la silla, con ella encima. J la vuelve a levantar y la gira, para que le de la espalda al rapado y la cara al público.
El rapado comienza a sobarle las tetas, no es tan excitante como J pero a Ania ya no le importa, cada mano, dedo o piel es placentero.
J se quita también el slip y aparece una polla de las mismas dimensiones que la de su compañero. Este tambien se acerca a la chica y ella ya sin dudarlo abre la boquita y se la traga entera.
Aún no está concienciada de lo que está haciendo, pero un calor desconocido la está invadiendo por momentos.
En el público ya no hay tanto griterío y sí mucho murmullo y respiraciones entrecortadas.
Mientras Ania chupa la verga del joven musculoso, el rapado va deslizando sus manos hasta ponerlas dentro de su tanga, en laparte de delante y da con el coñito depilado de nuestra amiga.
A Ania se le escapa un gemido por primera vez, el rapado la está masturbando y ella ya no puede negar que esto se le ha ido de las manos.
Cuando se quiere dar cuenta esta desnuda, siendo calentada por dos chicos desnudos tambien. Esa sensación de calor, de perversión, de saber que esta entre dos actores porno, que se han follado a decenas de tías...
"Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhh"
En su coño algo se abría paso.... "Diosssss, me la está metiendoooooohhhh"
No se lo podía creer. Durante el pequeño grito que había dado, la polla de J comenzaba a abrirse paso por su boca de nuevo.
"Dios, Dios, qué placer..." Ania era ya solo un cúmulo de sensaciones.
En un minuto, se vio botando sobre la polla del rapado, mientras J le follaba la boca. El placer le invadia todo su bonito cuerpo y las expertas manos de su follador le estimulaban el clítorix de tal manera que el orgasmo se anunciaba raudo.
Su primera corrida la encontro con la polla de J en su boca, apenas la pudo gritar, solo apretó las nalgas del chico con fuerza.
Como si fuera una muñeca, los chicos la cambiaron de postura. Esta vez la tumbaron en el suelo, encima de una toalla. J le abrio las piernas y casi sin miramentos, bajó su cabeza y comenzo a masajear con su lengua el sexo de la chica, a los pocos segundos y asegurándose de que la chica estaba más que humeda, se incorporó y le metio su verga en el empapado y palpitante coño. Ania se dejaba hacer, pero ese primer orgasmo había acabado con los nervios y la timidez, con lo cual tomó de nuevo las nalgas de su "follador" para ayudarle a metersela. El rapado abrío las piernas y en una postura muy acróbata se colocó encima de Ania, con la polla a la altura de su boca. A la de tres los dos empezaron a follarsela. Nuestra amiga ya se contoneaba como una serpiente, el placer la inundaba y el silencio sumamente erótico que reinaba a su alrededor la ayudaba a concentrarse en el placer que sentía.
Pasó sus brazos por debajo de las piernas del que estaba taladrándole la boca y posó sus manos en su culo.
- Más, más, más.... Dios, como me gusta... como me gustan vuestras pollas!!! - Logró decir en un momento en que su boca no estaba ocupada.
J comenzaba a moverse más rápido aún... Más, más.. Ania notaba como su sexo empezaba a calentarse demasiado. Sin dejar de chupar comenzó a gemir con la polla del rapado dentro de su boca.... hasta que el orgasmo le sobrevino.
Soltando la verga el segundo orgasmo la atrapó con la boca vacía y pudo gritarlo a los cuatro vientos.
Un "ME CORROOOO" atronador sonó en toda el recinto.
Con los ojos de Ania entrecerrados los dos chicos la levantaron con cuidado y la volvieron a sentar en la silla.
"Es nuestro turno, preciosa, a ver si nos haces corrernos en tus tetas" Le susurró al oido J.
Ella despertó de su letargo y tomó las pos pollas duras y calientes con sus manos. Comenzó a masajearlas, a masturbarlas. El rapado le tomo la cabeza y ella pensó con agrado que se la llevaría a su polla, pero no... se la llevó a la de su compañero. Ania abrió la boca y la comenzó a tragar y a mamar. Así de polla en polla deleitó al público y a sus dos amantes. Pocos segundos con cada una. La sensación era realmente excitante y asi lo demostraban sus piernas abiertas y con su sexo a la vista de todo el público.
Los dos chicos, comenzando a gemir y respirar más entrecortadamente, no tardaron en avisar de sus intenciones. Ambos se separaron de su boca y se pusieron a masturbarla. Los dos a la vez, comenzaron a correrse sobre los pechos de Ania. Esta acercaba las vergas para no derramar nada. Entre gemidos ambos hombres acabaron y con sendos besos en la mejilla, la ayudaron a levantarse y le dieron la toalla para que limpiara sus pechos. El rapado tomó el micro de nuevo y le preguntó:
- ¿Y como te llamas, preciosidad?
- Ania - Respondió nuestra protagonista en lo que le pareció lo mas vergonzoso que había hecho en toda la tarde.
- Amigos, Ania la mejor amateur de toda la feria! -
El aplauso fue atronador, el griterío ensordecedor.
Con un piquito a cada uno Ania se metió detrás de las cortinas para volver a vestirse.
No hace falta decir que allí fue abordada por varios "directores" del género que le ofrecieron sus tarjetas.
No hace falta señalar que durante la distancia del escenario a la puerta de salida, acabó con todas las tarjetas de memoria que había en el festival de todas las fotos que se tomó.
No hace falta decir que tomó el primer taxi que vio... sola.
19 nov 2011
Pero... ¿Qué haces?
3 ago 2011
Balcones
Las vacaciones con amigos son un peligro.
Hay dos posibilidades: o que unos se diviertan más que otros o que los otros se diviertan más que tu. Creo que yo estaba en el segundo grupo. Mis cuatro colegas vivían por las noches y dormían por el día. Mi reciente ruptura con la chica de mis sueños me hacía más un lastre para sus noches lujuriosas que un revulsivo; así que para no estropearles las noches, yo me dedicaba a llorar mis penas en la bonita piscina del hotel, abusando de los triglicéridos en el buffet libre y acompañado por suaves cócteles en las tumbonas.
La única ventaja que les sacaba es que mi piel se estaba bronceando mientras que ellos entre ojeras y palidez eran más personajes de libro de vampiros que chicos de vacaciones en una bonita y mediterranea isla.
Me quedaban muchos días por delante, mi toalla, mi libro y mis gafas de sol eran los acompañantes justos para mis sesiones de piscina. Por un lado me protegían del sol, me ofrecían diversión y me secaban... por otro me permitían observar a algunas chicas de muy, muy buen ver que tomaban el sol cerca de mi.
Una de ellas era un espectáculo andante. Mariela se llamaba, lo sé por que una de sus amigas la llamaba siempre que Mariela se entretenía con algún chico a la orilla del agua.
De unos veintitantos años, morena de piel, de cabello rubio, un bonito cuerpo y lo que más destacaba.... desenfadada, muy abierta, rayando la ordinariez pero controlando sus impulsos, juvenil. Saluda a todo el mundo, se ríe con todos los comentarios, juega con su mirada bajando las gafas hasta la punta de su pequeña nariz.
Sí, me tenía un poco atrapado. Lo reconozco.
Se me hizo tarde esa mañana y llegó el mediodía. Bajé con mis tres herramientas a la piscina. Apenas había lugar donde ponerse, así que opté por un lugar un poco más alejado del agua pero con mejores vistas del mar. A mi derecha estaba la fachada principal del hotel, donde los balcones ofrecían un abstracto cuadro multicolor de toallas (a pesar del aviso de que estaba prohibido)
No localizaba a Mariela, entre otras cosas por que estaba bastante alejado de donde solían ponerse ella y su pequeño grupito de amigas.
Así que gafas para abajo, libro arriba y a pasar el rato mientras mis amigos dormían la mona.
La cerveza con limón se acababa, el calor y el sol no daban tregua, así que decidí levantar la vista de mi libro e ir a seguir abusando del "todo incluido" del hotel.
Giré la cabeza y allí estaba ella, Mariela, pero no, no estaba en la piscina o en los alrededores, estaba en uno de los balcones. He de suponer que sería el de su habitación.
Súbitamente detrás de ella apareció un joven. Me olvidé rápidamente de mi cerveza con limón y giré mi tumbona. Escondido tras mis gafas de sol contemplé toda la maniobra.
Los dos están en ropa de baño, bikini ella, bañador el. El chico aparece a sus espaldas, ella está de pie en el balcón con ambas manos en la barandilla, el muchacho (que parece más joven que ella) la toma de la cintura, le besa el cuello y una de sus manos se pierde por la parte de arriba del bikini, dentro de la tela, masajeando su pecho. Ella sonríe picaramente. Se retuerce. El joven comienza a bajar sus manos, siempre metidas dentro de la camiseta de la joven.
Ella sin pensarlo abre las piernas cuando el busca con ambas manos entrar dentro de su pequeño pantalón de playa. Mariela gira la cabeza y se funde en un beso apasionado con su novio (¿?), mientras este comienza a frotar sus dedos contra el pubis de nuestra joven amiga.
Ella suelta la lengua del chico y comienza a mover su melena al ritmo de su cabeza que se mueve al de las manos del joven. Golpea la barra del balcón, el chico saca una de sus furtivas manos y le mete dos dedos en la boca de la joven, que a juzgar por sus movimientos y su abertura de piernas está a punto de correrse.
Su melena queda colgando en el aire, así se pasa unos segundos, justo antes de reincorporarse, darse la vuelta, ponerse de rodillas y bajarle los pantalones al joven hasta los tobillos.
La escena hace que mi entrepierna ya esté pensando por ella misma.
La melena se le mueve alante y atrás y sospecho que la polla del chico también. El no duda en poner las manos en la cabeza de la joven y marcarle el ritmo, pero el muchacho ya está más que preparado para la explosión final.
Con un golpe de cadera comienza a correrse. Ella, lista, sube su mano y le araña el pecho, pero no suelta su presa, ni su zumo natural, del que sospecho que no deja ni una gota en su recipiente.
tras un par de lamidas para dejar el aparato reluciente, se reincorpora, da un beso en los labios del chico y lo deja solo en el balcón, pensando en la novia que tiene (o eso creo yo)
Pienso que quizás debería de decírselo a mis colegas, pero también pienso que si ellos "vivieran" durante el día, tendría alguna razón el chivatazo, así que me lo guardo para mi y para mis ejercicios táctiles onanísticos.
El calor, la sombra que por fin me llega de la sombrilla y el recuerdo del espectáculo de Mariela, hacen que me entre el sueño.
Me despiertan risas de niños jugando en la piscina de los ídem. Miro el reloj que cuelga de la pared del puesto de bebidas y me asombro con las cinco de la tarde que marca. No he comido, pero no tengo demasiada hambre.
Lo primero que hago al incorporarme es buscar a mi "amiga", pero no la veo y sospecho que estará con su novio haciendo la segunda parte del show del balcón.
Pero un par de tumbonas más allá veo al "novio" de Mariela, con tres marcas de uñas en su pecho y riendo a gritos con dos amigos más. Sospecho que está vacilando de lo hecho hace tres horas.
Me levanto y me meto en el agua. Justo cuando me apoyo mirando al hotel, la veo de nuevo, otra vez con su mini pantalón y su parte de arriba del bikini, dos minúsculos triangulos.
No entiendo la reacción de la pareja, ella pasa delante de el y de su grupo de amigos, y apenas se miran. Mariela pasa de largo y se sienta en una tumbona donde está una de sus amigas. Mariela se quita el pantaloncito y se queda con una especia de tanga a juego con su mini sujetador del bikini.
Tiene un cuerpo digno de un museo.
No le di importancia, es más, supuse que quizás había sido una aventura pasajera, ninguno de los dos era un niño ya.
En la noche me animé a salir un poco con mis amigos "vampiros". Lo cierto es que no lo pasamos mal, tambien reconozco que en mi mente el hueco por Mariela ya era amplio y contundente. pero las risas y las conversaciones típicas con las chicas en los bares eran amenas y todos pasamos un buen rato. Desde luego reconozco que el primero que se fue al hotel fui yo. Eran las 3 de la madrugada y en la discotequa quedaban algunos viejos y otros tantos padres bailando muy agarrados música lenta.
Me masturbé pensando en el espectáculo que me habían brindado los dos chicos en la tarde, mereció la pena.
Por supuesto cuando yo baja a a desayunar sobre las 10 de la mañana mis amigos entraban por la puerta del hotel. "Vaya la que te perdiste", "Eres un rajado" y cosas así sonaron en toda la recepción.
Me senté en la mesa de siempre y cuando me estaba sirviendo café en la máquina del mismo, pude ver como Mariela ya estaba sentada en una mesa, cercana a la mía, con gafas de sol y al lado de una chica, no esperad, una señora, tenía cerca de los cincuenta o cuarenta y pocos, alta, morena, muy atractiva. Me llamó la atención, no era del grupo de sus amigas. Pensando ya en mi mesa, con mi café y mis dos donuts, apuré las opciones de que fuera su madre, pero no se parecía en nada. Las dos se reían, incluso se hacían gestos cariñosos y cómplices con las manos.
Todo esto comenzaba resultarme muy extraño.
Ya en la tumbona habitual, con las gafas de sol habituales me dispuse a tomar el sol, desconectar y esperar que la muchacha me ofreciera otro espectáculo. Mi cuello se retorcía entre las tumbonas de la piscina y el balcón donde los había visto ayer. Mi gozo se fue al conocido pozo cuando vi aparecer al chico con sus amigos, directos a la piscina ya reír carcajada en alto.
Al mirar en dirección al balcón, por fin la veía.... espera un momento; primero, segundo, tercero... Está en el tercero!!! Pero si el de ayer era el quinto!!
Súbitamente, detrás de ella apareció una sombra. "Pero si acabo de ver al chico en la piscina" Giré la cabeza y aún seguía en el agua, con sus amigos.
"A ver, calma, vamos a tranquilizarnos" pensé.
Volví a mirar al balcón, al ser dos pisos más bajo que el de ayer, pude ver que la sombra era la de la mujer con la que había desayunado, que se ponía a su lado. La mano de Mariela se posó sobre la de la mujer y en un abrir y cerrar de ojos las dos se fundieron en un apasionado beso.
"No, no son madre e hija"
Las manos de la mujer comenzaron a bajar, hasta apoyarse en las nalgas de Mariela, las cuales comenzó a apretar con dulzura mientras sus lenguas jugaban a ver quien entraba más a dentro. Mariela abrió las piernas un poco para que la mujer pudiera maniobrar bien los bajos de la joven.
El espectáculo era incluso mejor que el del día anterior, había más pasión, era más pausado. Mariela separo sus labios de los de la mujer y poniéndose de rodillas busco los otros.
Sin quitarse la braga del bikini, solo apartándola un poco Mariela comenzó a dar buena cuenta del coño de la mujer, que ya comenzaba a flojear sus piernas y a acariciar el brillante pelo de nuestra joven amiga. Casi podía escuchar los pequeños grititos que salían de su boca.
Os confirmo que mi entrepierna estaba aún más "escandalizada" que yo.
La mujer apretó la cabeza de Mariela contra su coño, justo en el momento en el que su cuerpo, por medio de pequeños espasmos, anunciaba un fuerte orgasmo.
Mariela se separó de su amante y lamiéndose los labios se fundió de nuevo en un apasionado beso, tan apasionado que supuse que lo que buscaba era que la mujer bebiera de sus propios fluidos.
Yo no podía más de la excitación que sentía.
La mujer hizo un amago de tomarla por la mano para llevarla dentro de la habitación, pero Mariela la detuvo y dándose la vuelta, se bajó el bikini tanga, se lo quitó, se abrió de piernas y se abrió las nalgas del precioso y moreno culito. La mujer no se pudo resistir y arrodillándose en el suelo del balcón, comenzó a meter su lengua por el ano de su joven amante. Con una otra mano comenzó a masturbar el coño de Mariela, mientras que con la otra metía y sacaba dos dedos de su húmeda vagina.
Mariela se retorcía de placer.
La mujer era el vivo retrato de la lujuria, su cabeza se movía salvajemente entre el coño de Mariela y su ano. A los pocos minutos el orgasmo llegó a la joven y poniéndose de puntillas sobre sus sandalias de su boca salió un grito que hizo buscarlo a un par de niños que estaban cerca de mi tumbona.
Sin ponerse su tanguita, Mariela tomó de la mano a la mujer para ayudarla a incorporarse y las dos entraron en la habitación.
"Esto es una puta locura" pensé, sin darme cuenta de que mi bañador ya no podía sujetar más mi polla.
Comí con Felipe, el único que se atrevió a bajar al comedor. Estuve tentado a comentarle las jugadas de Mariela, pero el egoísmo se apoderó de mi y al final pensé que guardármelo para mi solo sería lo mejor. El sin embargo no paraba de hablar de una chica que había conocido la noche anterior "justo antes de que te fueras".
Siempre es lo mismo, cuando se te ocurre irte, ocurre lo mejor de la noche.
Yo apenas le prestaba atención, enfrascado en mis pensamientos cual Sherlock Holmes intentando buscar una explicación a los diferentes espectáculos que me ofrecía, sin ella saberlo, Mariela.
Felipe me preguntó si me apetecía ir a la playa, que estaba unos doscientos metros del hotel, pero mi "no" rápido y contundente le sobró para no insistir más.
Subí a la habitación y allí estaban aún desperezándose los otros dos chicos. Me lavé los dientes y dije que me baja de nuevo con mis gafas de sol y mi revista.
Antes de echarme de nuevo en la tumbona, pedí en la barra un café solo con hielo. La piscina estaba casi desierta, era la hora de la siesta y apenas un par de alemanes "ballena style" dormidos y rojos como cangrejos.
Una pareja joven haciéndose arrumacos dentro del agua y el socorrista muy aburrido.
Me tumbé buscando algo de sombra y comencé a contar balcones. Mi cloncusión fue la que seguramente todos vosotros y vosotros habéis llegado. Mariela era una chica a la que le gustaba el sexo y con cualquiera de los dos géneros de la raza humana, tuviera la edad que tuviera.
"Quizás si yo le tiraba los tejos, podría hacer algo, la verdad que está riquísima"
Pensé.
"Pero yo soy del montón y tanto el chico del primer día como la mujer de hoy, eran muy atractivos, quizás solo busca gente guapa...."
De mis pajas mentales me despertó la silueta de Mariela desde un balcón, uno nuevo. Este era en el sexto piso y de entre las cortinas salio Mariela y una de sus amigas del grupo de la piscina. Supuse enseguida que se trataba de su habitación. Las dos comenzaron a hablar, haciendo gestos bastante ostentosos. Parecía que discutían. La altura del piso solo podía entrever que Mariela sonreía mientras la otra chica le reprochaba algo.
Mariela comenzó a gesticular suavemente, como pidiendo perdón. Trataba de tomar las manos de la chica, de calmarla con caricias en los hombros. La chica se ablando y con un abrazo entre las dos, pude suponer que la paz había llegado de nuevo.
La amiga de nuestra joven protagonista, se separó de ella y le dio un pico en los labios; del que Mariela no se escondió.
La chica se separó lentamente de su amiga y Mariela la volvió a tomar por los hombros acercándose de nuevos sus labios. Esta vez el beso no fue casto e inocente. Las dos abrieron las bocas y comenzaron a trabajar sus lenguas.
Las manos de la chica se perdían por el pelo y la nuca de Mariela. Mientras que las de nuestra amiga comenzaban a bajar peligrosamente por la espalda de la chica.
Se posaron en las nalgas de la joven. La amiga de Mariela sin dejar de chupar su lengua, pasó sus manos hacia alante y con un hábil gesto pasó una de ellas por dentro del bikini de Mariela para comenzar a hurgar en sus bajos.
Mariela se separo de los labios de su amante para comenzar a respirar y poner esa cara que ya conocía de las otras dos veces.
La mano furtiva de la joven comenzó a moverse muy rápido, casi frenéticamente. A Mariela comenzaban a flojearle las rodillas. Su amiga, lista ella, aprovecho el momento de debilidad, para apartar uno de los minúsculos triángulos que tapaban sus pezones y comenzar a chupar como un bebe hambriento. Su mano izquierda, experta por lo que podía ver, comenzaba a abrirse paso entre los placeres de Mariela. A los pocos segundos las rodillas de Mariela cedieron y cayendo sobre ellas comenzó a tener espasmos de placer.
Allí estuvo durante unos segundos, mientras que su amiga la miraba, con cara de deseo. Con un suave gesto tomándole la barbilla, le levantó la cabeza. Se intercambiaron algunas palabras y la amiga abrió sus piernas, se llevó la parte de alante del bikini a un lado de su pubis y trajo la boca de Mariela hacia su coño. Mariela comenzó a beber, comer, lamer, chupar. La amiga se había vuelto una salvaje. Tomaba la cabeza de Mariela y se la empujaba para que se comiera todo lo que le ofrecía.
Moviendo sus caderas, comenzó a abrirse más de piernas, mientras Mariela trataba de apartar el bikini para poder comer el sexo de su amiga con comodidad. Pude notar como las manos de la joven compañera, se posaban sobre las nalgas y abriéndoselas a ella misma, con una buscó su ano, para ayudar a que su coño tuviera un rápido orgasmo.
Lo tuvo, vaya si lo tuvo. Con Mariela bebiéndoselo todo, la chica comenzó a gesticular con las manos en el aire, como poseida, mientras su amante comenzaba a darle fuertes palmadas en sus nalgas mientras se corría.
Sí, si os estéis preguntando como estaba yo, acertáis, yo estaba cardiaco, ya era real y solo los estaba disfrutando yo. Mi mano jugaba con mi bañador disimuladamente aprovechando el solitario ambiente que reinaba aún en la piscina.
Las dos chicas después de arreglarse como pudieron, se metieron de nuevo en la habitación, de la mano, como dos enamoradas.
El día pasó sin pena ni gloria. Mis amigos bajaron a la piscina un poco antes de salir. Hoy también iba a salir con ellos a ver si este calentón que me llenaba lo podía desahogar con alguna chica.
Eran las nueve de la noche y el sol nos ofrecía una bonita fotografía desde nuestro balcón, estaba esperando a que los chicos se arreglaran para bajar a cenar e irnos a la zona de bares cuando picaron a la puerta de la habitación.
Después de un par de minutos Felipe vino al balcón y con cara de loco me dijo: "Tío, es la chica de la que te hablé hoy en la comida, dice que si tenemos algo de bebida"
Con cara de sorprendido entré en el salón y me dirigí hacia la pequeña cocina que tenía nuestra habitación.
"Mariela"
Allí estaba Mariela, con su inseparable pantalón ultra-corto, con su bikini de triángulos y hablando apoyada en la pared con los otros dos amigos.
Me miró nada más que me vio entrar en la habitación y sin apartar sus ojos de los míos me preguntó
"¿Puedo ver la puesta de sol desde vuestro balcón?"
Hay dos posibilidades: o que unos se diviertan más que otros o que los otros se diviertan más que tu. Creo que yo estaba en el segundo grupo. Mis cuatro colegas vivían por las noches y dormían por el día. Mi reciente ruptura con la chica de mis sueños me hacía más un lastre para sus noches lujuriosas que un revulsivo; así que para no estropearles las noches, yo me dedicaba a llorar mis penas en la bonita piscina del hotel, abusando de los triglicéridos en el buffet libre y acompañado por suaves cócteles en las tumbonas.
La única ventaja que les sacaba es que mi piel se estaba bronceando mientras que ellos entre ojeras y palidez eran más personajes de libro de vampiros que chicos de vacaciones en una bonita y mediterranea isla.
Me quedaban muchos días por delante, mi toalla, mi libro y mis gafas de sol eran los acompañantes justos para mis sesiones de piscina. Por un lado me protegían del sol, me ofrecían diversión y me secaban... por otro me permitían observar a algunas chicas de muy, muy buen ver que tomaban el sol cerca de mi.
Una de ellas era un espectáculo andante. Mariela se llamaba, lo sé por que una de sus amigas la llamaba siempre que Mariela se entretenía con algún chico a la orilla del agua.
De unos veintitantos años, morena de piel, de cabello rubio, un bonito cuerpo y lo que más destacaba.... desenfadada, muy abierta, rayando la ordinariez pero controlando sus impulsos, juvenil. Saluda a todo el mundo, se ríe con todos los comentarios, juega con su mirada bajando las gafas hasta la punta de su pequeña nariz.
Sí, me tenía un poco atrapado. Lo reconozco.
Se me hizo tarde esa mañana y llegó el mediodía. Bajé con mis tres herramientas a la piscina. Apenas había lugar donde ponerse, así que opté por un lugar un poco más alejado del agua pero con mejores vistas del mar. A mi derecha estaba la fachada principal del hotel, donde los balcones ofrecían un abstracto cuadro multicolor de toallas (a pesar del aviso de que estaba prohibido)
No localizaba a Mariela, entre otras cosas por que estaba bastante alejado de donde solían ponerse ella y su pequeño grupito de amigas.
Así que gafas para abajo, libro arriba y a pasar el rato mientras mis amigos dormían la mona.
La cerveza con limón se acababa, el calor y el sol no daban tregua, así que decidí levantar la vista de mi libro e ir a seguir abusando del "todo incluido" del hotel.
Giré la cabeza y allí estaba ella, Mariela, pero no, no estaba en la piscina o en los alrededores, estaba en uno de los balcones. He de suponer que sería el de su habitación.
Súbitamente detrás de ella apareció un joven. Me olvidé rápidamente de mi cerveza con limón y giré mi tumbona. Escondido tras mis gafas de sol contemplé toda la maniobra.
Los dos están en ropa de baño, bikini ella, bañador el. El chico aparece a sus espaldas, ella está de pie en el balcón con ambas manos en la barandilla, el muchacho (que parece más joven que ella) la toma de la cintura, le besa el cuello y una de sus manos se pierde por la parte de arriba del bikini, dentro de la tela, masajeando su pecho. Ella sonríe picaramente. Se retuerce. El joven comienza a bajar sus manos, siempre metidas dentro de la camiseta de la joven.
Ella sin pensarlo abre las piernas cuando el busca con ambas manos entrar dentro de su pequeño pantalón de playa. Mariela gira la cabeza y se funde en un beso apasionado con su novio (¿?), mientras este comienza a frotar sus dedos contra el pubis de nuestra joven amiga.
Ella suelta la lengua del chico y comienza a mover su melena al ritmo de su cabeza que se mueve al de las manos del joven. Golpea la barra del balcón, el chico saca una de sus furtivas manos y le mete dos dedos en la boca de la joven, que a juzgar por sus movimientos y su abertura de piernas está a punto de correrse.
Su melena queda colgando en el aire, así se pasa unos segundos, justo antes de reincorporarse, darse la vuelta, ponerse de rodillas y bajarle los pantalones al joven hasta los tobillos.
La escena hace que mi entrepierna ya esté pensando por ella misma.
La melena se le mueve alante y atrás y sospecho que la polla del chico también. El no duda en poner las manos en la cabeza de la joven y marcarle el ritmo, pero el muchacho ya está más que preparado para la explosión final.
Con un golpe de cadera comienza a correrse. Ella, lista, sube su mano y le araña el pecho, pero no suelta su presa, ni su zumo natural, del que sospecho que no deja ni una gota en su recipiente.
tras un par de lamidas para dejar el aparato reluciente, se reincorpora, da un beso en los labios del chico y lo deja solo en el balcón, pensando en la novia que tiene (o eso creo yo)
Pienso que quizás debería de decírselo a mis colegas, pero también pienso que si ellos "vivieran" durante el día, tendría alguna razón el chivatazo, así que me lo guardo para mi y para mis ejercicios táctiles onanísticos.
El calor, la sombra que por fin me llega de la sombrilla y el recuerdo del espectáculo de Mariela, hacen que me entre el sueño.
Me despiertan risas de niños jugando en la piscina de los ídem. Miro el reloj que cuelga de la pared del puesto de bebidas y me asombro con las cinco de la tarde que marca. No he comido, pero no tengo demasiada hambre.
Lo primero que hago al incorporarme es buscar a mi "amiga", pero no la veo y sospecho que estará con su novio haciendo la segunda parte del show del balcón.
Pero un par de tumbonas más allá veo al "novio" de Mariela, con tres marcas de uñas en su pecho y riendo a gritos con dos amigos más. Sospecho que está vacilando de lo hecho hace tres horas.
Me levanto y me meto en el agua. Justo cuando me apoyo mirando al hotel, la veo de nuevo, otra vez con su mini pantalón y su parte de arriba del bikini, dos minúsculos triangulos.
No entiendo la reacción de la pareja, ella pasa delante de el y de su grupo de amigos, y apenas se miran. Mariela pasa de largo y se sienta en una tumbona donde está una de sus amigas. Mariela se quita el pantaloncito y se queda con una especia de tanga a juego con su mini sujetador del bikini.
Tiene un cuerpo digno de un museo.
No le di importancia, es más, supuse que quizás había sido una aventura pasajera, ninguno de los dos era un niño ya.
En la noche me animé a salir un poco con mis amigos "vampiros". Lo cierto es que no lo pasamos mal, tambien reconozco que en mi mente el hueco por Mariela ya era amplio y contundente. pero las risas y las conversaciones típicas con las chicas en los bares eran amenas y todos pasamos un buen rato. Desde luego reconozco que el primero que se fue al hotel fui yo. Eran las 3 de la madrugada y en la discotequa quedaban algunos viejos y otros tantos padres bailando muy agarrados música lenta.
Me masturbé pensando en el espectáculo que me habían brindado los dos chicos en la tarde, mereció la pena.
Por supuesto cuando yo baja a a desayunar sobre las 10 de la mañana mis amigos entraban por la puerta del hotel. "Vaya la que te perdiste", "Eres un rajado" y cosas así sonaron en toda la recepción.
Me senté en la mesa de siempre y cuando me estaba sirviendo café en la máquina del mismo, pude ver como Mariela ya estaba sentada en una mesa, cercana a la mía, con gafas de sol y al lado de una chica, no esperad, una señora, tenía cerca de los cincuenta o cuarenta y pocos, alta, morena, muy atractiva. Me llamó la atención, no era del grupo de sus amigas. Pensando ya en mi mesa, con mi café y mis dos donuts, apuré las opciones de que fuera su madre, pero no se parecía en nada. Las dos se reían, incluso se hacían gestos cariñosos y cómplices con las manos.
Todo esto comenzaba resultarme muy extraño.
Ya en la tumbona habitual, con las gafas de sol habituales me dispuse a tomar el sol, desconectar y esperar que la muchacha me ofreciera otro espectáculo. Mi cuello se retorcía entre las tumbonas de la piscina y el balcón donde los había visto ayer. Mi gozo se fue al conocido pozo cuando vi aparecer al chico con sus amigos, directos a la piscina ya reír carcajada en alto.
Al mirar en dirección al balcón, por fin la veía.... espera un momento; primero, segundo, tercero... Está en el tercero!!! Pero si el de ayer era el quinto!!
Súbitamente, detrás de ella apareció una sombra. "Pero si acabo de ver al chico en la piscina" Giré la cabeza y aún seguía en el agua, con sus amigos.
"A ver, calma, vamos a tranquilizarnos" pensé.
Volví a mirar al balcón, al ser dos pisos más bajo que el de ayer, pude ver que la sombra era la de la mujer con la que había desayunado, que se ponía a su lado. La mano de Mariela se posó sobre la de la mujer y en un abrir y cerrar de ojos las dos se fundieron en un apasionado beso.
"No, no son madre e hija"
Las manos de la mujer comenzaron a bajar, hasta apoyarse en las nalgas de Mariela, las cuales comenzó a apretar con dulzura mientras sus lenguas jugaban a ver quien entraba más a dentro. Mariela abrió las piernas un poco para que la mujer pudiera maniobrar bien los bajos de la joven.
El espectáculo era incluso mejor que el del día anterior, había más pasión, era más pausado. Mariela separo sus labios de los de la mujer y poniéndose de rodillas busco los otros.
Sin quitarse la braga del bikini, solo apartándola un poco Mariela comenzó a dar buena cuenta del coño de la mujer, que ya comenzaba a flojear sus piernas y a acariciar el brillante pelo de nuestra joven amiga. Casi podía escuchar los pequeños grititos que salían de su boca.
Os confirmo que mi entrepierna estaba aún más "escandalizada" que yo.
La mujer apretó la cabeza de Mariela contra su coño, justo en el momento en el que su cuerpo, por medio de pequeños espasmos, anunciaba un fuerte orgasmo.
Mariela se separó de su amante y lamiéndose los labios se fundió de nuevo en un apasionado beso, tan apasionado que supuse que lo que buscaba era que la mujer bebiera de sus propios fluidos.
Yo no podía más de la excitación que sentía.
La mujer hizo un amago de tomarla por la mano para llevarla dentro de la habitación, pero Mariela la detuvo y dándose la vuelta, se bajó el bikini tanga, se lo quitó, se abrió de piernas y se abrió las nalgas del precioso y moreno culito. La mujer no se pudo resistir y arrodillándose en el suelo del balcón, comenzó a meter su lengua por el ano de su joven amante. Con una otra mano comenzó a masturbar el coño de Mariela, mientras que con la otra metía y sacaba dos dedos de su húmeda vagina.
Mariela se retorcía de placer.
La mujer era el vivo retrato de la lujuria, su cabeza se movía salvajemente entre el coño de Mariela y su ano. A los pocos minutos el orgasmo llegó a la joven y poniéndose de puntillas sobre sus sandalias de su boca salió un grito que hizo buscarlo a un par de niños que estaban cerca de mi tumbona.
Sin ponerse su tanguita, Mariela tomó de la mano a la mujer para ayudarla a incorporarse y las dos entraron en la habitación.
"Esto es una puta locura" pensé, sin darme cuenta de que mi bañador ya no podía sujetar más mi polla.
Comí con Felipe, el único que se atrevió a bajar al comedor. Estuve tentado a comentarle las jugadas de Mariela, pero el egoísmo se apoderó de mi y al final pensé que guardármelo para mi solo sería lo mejor. El sin embargo no paraba de hablar de una chica que había conocido la noche anterior "justo antes de que te fueras".
Siempre es lo mismo, cuando se te ocurre irte, ocurre lo mejor de la noche.
Yo apenas le prestaba atención, enfrascado en mis pensamientos cual Sherlock Holmes intentando buscar una explicación a los diferentes espectáculos que me ofrecía, sin ella saberlo, Mariela.
Felipe me preguntó si me apetecía ir a la playa, que estaba unos doscientos metros del hotel, pero mi "no" rápido y contundente le sobró para no insistir más.
Subí a la habitación y allí estaban aún desperezándose los otros dos chicos. Me lavé los dientes y dije que me baja de nuevo con mis gafas de sol y mi revista.
Antes de echarme de nuevo en la tumbona, pedí en la barra un café solo con hielo. La piscina estaba casi desierta, era la hora de la siesta y apenas un par de alemanes "ballena style" dormidos y rojos como cangrejos.
Una pareja joven haciéndose arrumacos dentro del agua y el socorrista muy aburrido.
Me tumbé buscando algo de sombra y comencé a contar balcones. Mi cloncusión fue la que seguramente todos vosotros y vosotros habéis llegado. Mariela era una chica a la que le gustaba el sexo y con cualquiera de los dos géneros de la raza humana, tuviera la edad que tuviera.
"Quizás si yo le tiraba los tejos, podría hacer algo, la verdad que está riquísima"
Pensé.
"Pero yo soy del montón y tanto el chico del primer día como la mujer de hoy, eran muy atractivos, quizás solo busca gente guapa...."
De mis pajas mentales me despertó la silueta de Mariela desde un balcón, uno nuevo. Este era en el sexto piso y de entre las cortinas salio Mariela y una de sus amigas del grupo de la piscina. Supuse enseguida que se trataba de su habitación. Las dos comenzaron a hablar, haciendo gestos bastante ostentosos. Parecía que discutían. La altura del piso solo podía entrever que Mariela sonreía mientras la otra chica le reprochaba algo.
Mariela comenzó a gesticular suavemente, como pidiendo perdón. Trataba de tomar las manos de la chica, de calmarla con caricias en los hombros. La chica se ablando y con un abrazo entre las dos, pude suponer que la paz había llegado de nuevo.
La amiga de nuestra joven protagonista, se separó de ella y le dio un pico en los labios; del que Mariela no se escondió.
La chica se separó lentamente de su amiga y Mariela la volvió a tomar por los hombros acercándose de nuevos sus labios. Esta vez el beso no fue casto e inocente. Las dos abrieron las bocas y comenzaron a trabajar sus lenguas.
Las manos de la chica se perdían por el pelo y la nuca de Mariela. Mientras que las de nuestra amiga comenzaban a bajar peligrosamente por la espalda de la chica.
Se posaron en las nalgas de la joven. La amiga de Mariela sin dejar de chupar su lengua, pasó sus manos hacia alante y con un hábil gesto pasó una de ellas por dentro del bikini de Mariela para comenzar a hurgar en sus bajos.
Mariela se separo de los labios de su amante para comenzar a respirar y poner esa cara que ya conocía de las otras dos veces.
La mano furtiva de la joven comenzó a moverse muy rápido, casi frenéticamente. A Mariela comenzaban a flojearle las rodillas. Su amiga, lista ella, aprovecho el momento de debilidad, para apartar uno de los minúsculos triángulos que tapaban sus pezones y comenzar a chupar como un bebe hambriento. Su mano izquierda, experta por lo que podía ver, comenzaba a abrirse paso entre los placeres de Mariela. A los pocos segundos las rodillas de Mariela cedieron y cayendo sobre ellas comenzó a tener espasmos de placer.
Allí estuvo durante unos segundos, mientras que su amiga la miraba, con cara de deseo. Con un suave gesto tomándole la barbilla, le levantó la cabeza. Se intercambiaron algunas palabras y la amiga abrió sus piernas, se llevó la parte de alante del bikini a un lado de su pubis y trajo la boca de Mariela hacia su coño. Mariela comenzó a beber, comer, lamer, chupar. La amiga se había vuelto una salvaje. Tomaba la cabeza de Mariela y se la empujaba para que se comiera todo lo que le ofrecía.
Moviendo sus caderas, comenzó a abrirse más de piernas, mientras Mariela trataba de apartar el bikini para poder comer el sexo de su amiga con comodidad. Pude notar como las manos de la joven compañera, se posaban sobre las nalgas y abriéndoselas a ella misma, con una buscó su ano, para ayudar a que su coño tuviera un rápido orgasmo.
Lo tuvo, vaya si lo tuvo. Con Mariela bebiéndoselo todo, la chica comenzó a gesticular con las manos en el aire, como poseida, mientras su amante comenzaba a darle fuertes palmadas en sus nalgas mientras se corría.
Sí, si os estéis preguntando como estaba yo, acertáis, yo estaba cardiaco, ya era real y solo los estaba disfrutando yo. Mi mano jugaba con mi bañador disimuladamente aprovechando el solitario ambiente que reinaba aún en la piscina.
Las dos chicas después de arreglarse como pudieron, se metieron de nuevo en la habitación, de la mano, como dos enamoradas.
El día pasó sin pena ni gloria. Mis amigos bajaron a la piscina un poco antes de salir. Hoy también iba a salir con ellos a ver si este calentón que me llenaba lo podía desahogar con alguna chica.
Eran las nueve de la noche y el sol nos ofrecía una bonita fotografía desde nuestro balcón, estaba esperando a que los chicos se arreglaran para bajar a cenar e irnos a la zona de bares cuando picaron a la puerta de la habitación.
Después de un par de minutos Felipe vino al balcón y con cara de loco me dijo: "Tío, es la chica de la que te hablé hoy en la comida, dice que si tenemos algo de bebida"
Con cara de sorprendido entré en el salón y me dirigí hacia la pequeña cocina que tenía nuestra habitación.
"Mariela"
Allí estaba Mariela, con su inseparable pantalón ultra-corto, con su bikini de triángulos y hablando apoyada en la pared con los otros dos amigos.
Me miró nada más que me vio entrar en la habitación y sin apartar sus ojos de los míos me preguntó
"¿Puedo ver la puesta de sol desde vuestro balcón?"
10 ene 2011
La experiencia es un grado II
Pasaron los días y por suerte a Adri el morbo de la historia que la había contado su compañera había desaparecido. Entre otras cosas por que nuestra amiga había evitado con total éxito a los tres viejos de la historia. Otra de las razones de su aparente normalidad mental y emocional fue que se auto convenció de que la historia era falsa y que su amiga le quería meter el miedo en el cuerpo. El tercer y último motivo fue que le había llegado a casa una carta para hacer una entrevista de trabajo en un laboratorio en el centro de la ciudad.
"Horario fijo, buen sueldo, comisiones... Perfecto" pensó Adriana durante toda la semana.
Pero por desgracia para Adri, la semana del turno de mañana acabó y la siguiente le tocaba el soporífero y largo turno de noche.
E iba a ser una gran desgracia.
Era la primera vez que lo hacía completo y estaba un poco preocupada por si le surgía algún problema, pues era la única asistente en el turno junto con el chico que estaba en la zona de los ancianos incapacitados y eso estaba lejos y si mantenía una atención más seria que su zona.
Sólo en el exterior, en la zona de entrada, había también un vigilante nocturno, pero sin responsabilidades sobre la atención de los ancianos, de manera, que estaba sola.
Ella y los ancianos.
No obstante, en prevención de posibles incidentes, Se hizo una pequeña "chuleta" con todos los teléfonos de emergencias necesarios por si llegaba el caso. Incluso su ya amiga y confidente, África, le había dejado el propio, por si necesitaba consultarle alguna cosa.
La noche entró calurosa.
Se dio una vuelta por las habitaciones. Tenía algunos medicamentos que distribuir, dispuestos en una bandeja con vasitos de plástico, que tenían anotado los nombres, habitación y la hora de administración.
A las 24.00 y Adriana buscaba alguna corriente dejando abiertas las ventanas de su despacho y la del pasillo, pero allí apenas corría ninguna ráfaga de viento.
Miró el reloj y vio las dos agujas una sobre otra al norte de su esfera. Era la hora de la ronda.
El sudor le corría entre los pechos solamente por el esfuerzo de caminar esos pasillos, oscuros, casi entre tinieblas. De pronto se vio tentada a actuar como esos carceleros malvados de ciertas películas e ir golpeando con el gran manojo de llaves las puertas de las habitaciones de los ancianos. La sola idea de hacerlos le arranco la primera sonrisa de la noche.
Volvió a su pequeña habitación y encendió la televisión, nada, programas de cotilleos, películas infumables y debates varios. La volvió a apagar. Encendió el Pc que tenía en la mesa, el ruido que emitía no presagiaba nada bueno, la máquina tendría por lo menos diez años. De pronto un "Hola?" sonó desde su walkie talkie. Adri apretó el botón del suyo y respondió con un lógico "Andrés?". Andrés era el compañero de la otra parte de la residencia. Hablaron solo unos minutos sobre como iba la noche, los problemas que habían tenido (el iba por su tercero y ella ninguno).
Justo cuando a Andrés le surgió su cuarto problema tuvieron que cortar la comunican.
El PC había arrancado y su antiguo sistema operativo funcionaba bastante rápido. Adriana comenzó a jugar al buscaminas, después al pimball y acabo con unos cuantos solitarios.
Miró su reloj y este aún marcaba la 1.46 de la noche. No apagó el Pc y siguió explorándolo. Comprobó que no disponía de conexión a Internet, improbó que había muchas fichas de los ancianos y acabó absolutamente sorprendida en una carpeta dentro de "Mis documentos" que contenía las fotos de una chica desnuda, en una piscina, en posiciones muy sexuales, depilada, masturbándose y riéndose muy caliente. Pensó que sería de algún compañero que guardaba allí fotos de su chica... pero se fijó un poco más y absolutamente nerviosa se dio cuenta de que la chica era África. Trató de buscar una explicación: que haya guardado allí las fotos de un día loco, que las hubiera robado alguien... pero al final, tratando de calmarse comprendió que no, que las fotos eran reales, eran de su compañera, que las piscina donde estaba era la de la residencia.... y que la historia que le había contado era cierta, pero que la chica que había tenido sexo con los ancianos había sido ella misma.
"Puta" fue la primera palabra que le vino a la cabeza.
Su responsabilidad le hizo mirar el reloj y se dio cuenta de que le tocaba hacer la siguiente ronda. Turbada y con la historia de nuevo rondando por su cabeza y su cuerpo se dispuso a hacer la ronda. Esta vez había que volver a dar algunas pastillas a ciertos residentes. Nerviosa, respiró hondo y tratando de calmarse, estudió bien a quien dar cada medicamento, un fallo podría ser mortal en estos casos.
Comenzó a picar a las cuatro habitaciones que tenia que repartirlos.
"Rogelia su medicación"
"Luis su medicación"
"Maruja su medicación"
"Cosme su......"
A Adriana se le calló la píldora, el agua y su concentración al suelo cuando vio que Cosme era uno de los viejos de la historia.
- Hola bonita, ya iba siendo hora de que te tocara el turno de noche para cuidarnos - Le dijo el viejo
- Bueno, es bastante aburrido y con este calor - Respondió Adri desde el suelo secando y recogiendo las píldoras
- Es verdad, pero este calor es buenos para mi lumbago - Sonrió el anciano clavando sus ojos en el hueco que el uniforme dejaba sobre los pechos de Adriana.
- Cosme, por favor...
- Hijita mía eres una dulzura. Un par de amigos y yo mismo nos hemos hecho con unas llaves de la piscina y nos vamos a dar un bañito para refrescarnos. ¿Querrás venís? - Le pregunto.
A Adriana su cabeza se le nubló, sus pierna le flojearon y su respiración se le entrecortó.
- Sabe que está prohibido bañarse sin el socorrista.
- Bueno, más razón para que vengas a cuidarnos - Le espetó sin pensarlo Cosme.
"Imbécil"
- Mira preciosa, nosotros vamos a ir igual, si no bienes, estupendo, pero si nos pasa algo te la cargarás con todo el equipo. Te recomiendo que vengas y nos vigiles.
Adri no tenía salida... pero en el fondo tampoco la quería.
Quedaron que en veinte minutos se verían dentro de la piscina. Adriana le dijo que solo los vigilaría que si hacían tonterías tendría que informar al director.
Nuestra protagonista atravesó las pesadas puertas de la piscina y allí vio a los tres amigos. No estaban en la piscina grande, estaban en el jacuzzi "Con este calor!" Pensó Adri.
Con silbidos y gestos la hicieron acercarse. Por supuesto lo primero que buscó Adriana fue la botella con el líquido verde y los vasos. Y allí estaban.
Los tres ancianos estaban con sus bañadores, invitaron a Adriana a que se sentara en una silla. Ella aceptó y allí estuvieron hablando varios minutos. Curiosamente ella hablo mucho más de su corta vida que ellos de la suya.
El tiempo pasaba y Adriana se impacientaba, los ancianos no tenían muchas ganas de volver a sus habitaciones y ella temía que ocurriera algo.
- ¿Entonces te casarás en breve? - Le preguntó uno de ellos, continuando la conversación sobre la vida sentimental de Adriana
- Sí. Solo espero que las cosas vayan bien. Es el primer y único novio que he tenido y nos gustaría formalizar más la relación.
Los tres ancianos se miraron y sonrieron a Adriana.
- ¿El primero y único?
- Sí, ¿Qué ocurre? - Respondió Adriana sin entender la risilla de los abuelos.
- ¿Como va a ser al primero y el único con ese cuerpo y esa belleza que tienes, chiquilla? Apuntillo uno de ellos dirigiendo señalando a la joven con sus manos
Adriana notó calor en sus mejillas. Se estaba ruborizando por las miradas atrevidas y lascivas de los abuelos, los cuales ya solo tenían ojos para su cuerpo.
La conversación comenzó a desviarse hacia el terreno sexual. Ellos se quejaban de que hacía años que no tenían ninguna emoción o desahogo fuerte. Ella insistía en que a su edad lo que había que hacer era calmarse y disfrutar de la tranquilidad; a lo que ellos, con aspavientos mas propios de jóvenes que de hombres de su edad, negaban rotundamente.
El ambiente comenzó a relajarse demasiado, Adriana se reía con las insinuaciones y los comentarios jocosos de los ancianos. Sin darse cuenta Adriana se había descalzado y estaba sentada a la orilla de la piscina con los pies chapoteando en el agua pasando un buen rato.
Su cara cambió cuando Vio a los tres viejos echarse un poco de ese sospechoso líquido verde en sus pequeños vasos de plástico y beberlo de un solo trago.
- ¿Qué es eso? - Preguntó inocente Adriana, queriendo parecer una enfermera preocupada.
- Absenta - Respondió uno de los señores sin apenas mirarla a la cara
- ¿Y eso os va a sentar bien?
- Ni te lo imaginas, niña mía.
Los comentarios sobre su único amante y la perdida que eso significaba para media humanidad, no cesaron. Algunos eran inocentes, otros simpáticos, pero otros eran directamente sexuales: "Si yo tuviera algunos años menos, no te me escapabas"
La tensión fue creciendo y los comentarios sobre su cuerpo comenzaron a hacerse de notar más de lo necesario.
"Con esas tetitas que se te adivinan..."
"Menudo culo tiene la chiquilla"
"Tu novio debe de ser muy feliz"
Adriana comenzó a sentirse ligeramente incómoda, pero a la vez curiosa, intrigada. La historia que le había contado su amiga sobre la otra chica que acabó desnuda delante de ellos, le llenaba la cabeza de ideas absurdas y sensuales.
A medida que los ancianos seguían convocándola, ella se sentía mas voluptuosa. Se sentía segura, tres viejo no podrían abusar de ella, solo corriendo les mantendría lejos en caso de que se volvieran violentos.... "¿Pero que coño estás pensando?" Se preguntó Adriana.
Cuando quiso bajar de la nube de excitación que le producían las palabras soeces y calientes de los tres hombres, fue demasiado tarde.
Su cuerpo había comenzado a actuar por si mismo y el arqueamiento de su espalda con cada palabra, el morderse los labios con cada insinuación. Adriana estaba ya en una nube y se sentía protagonista de una historia excesivamente morbosa.
- Enséñanos algo, bonita - Le dijo uno de los viejos
- Señores, no creo que sea buena idea - Respondió Adriana tímida y provocativa
- Vamos, lo estás deseando.
- A ver, me pondré de pie y os enseñaré el culo sin bajarme los pantalones - accedió Adriana, sintiéndose poderosa
Así, con calma, sacó los pies del agua, se incorporó y dándose la vuelta, abrió ligeramente las piernas y sacó su precioso culo hacia los ancianos.
Los vítores y las frases malsonantes llenaron el vacío: "te lo comía ahora mismo" "Déjanos verlo sin pantalón" "Mira que preciosidad".
Adriana se sentía poderosa, deseada por aquellos viejos. Su vergüenza fue dando paso a un calor que la llenaba por dentro. Pudo darse cuenta, sentándose de nuevo pero más cerca de ellos que antes, que los tres viejos comenzaban a acariciarse su entrepierna.
"Son míos" Pensó Adriana
Los viejos ya muy desinhibidos, no dudaron en jalear más a nuestra joven amiga. Ella confiada de su poder y de su ventaja les dijo que no era bueno para ellos ni tanto calor, ni tanta excitación. Ellos rompieron en carcajadas. El más atractivo de los tres se levantó e incorporándose lentamente dejó ver su miembro totalmente tieso. Era una verga fina pero larga. Ana se sintió turbada por la imagen del viejo acariciándose los testículos mientras le enseñaba su aparato. Los otros dos amigos se incorporaron de nuevo y dejaron ver sus miembros: uno muy grueso pero más bien corto y el tercero en discordia de unos 20 centímetros muy proporcionado.
Ahora Adriana no sabía si ella tenía la situación controlada o eran ellos los que sabían lo que hacían perfectamente.
- ¿Crees que no nos podemos correr a nuestra edad?
- Yo no he dicho eso - Respondió muy turbada Adriana
- Pero lo crees - Contestó el de la verga gorda
- Creo que tanto calor y tanta excitación os puede sentar mal - Trató de excusarse Adriana
De nuevo las carcajadas.
- Hacemos una cosa, tu nos excitas y comprobamos que ocurre primero: si nos morimos o si nos corremos - La retó el de la polla delgada
Los aplausos y las palabras de ánimo sonaron de nuevo estruendosas en la piscina. Cada vez que los ancianos se comportaban como quinceañeros, Adriana sentía su libido por los aires.
- De acuerdo, será un juego. Si no llegáis todos en quince minutos, habré ganado yo - Sentencio Adriana
De nuevo aplausos.
Los tres viejos, totalmente desnudos, se sentaron en el borde de la piscina. Piernas abiertas y pollas en las manos.
Adriana se incorporó de nuevo. Se desabrochó los dos botones de su camiseta verde, abrió sus piernas y comenzó a moverse muy despacio y muy sensualmente.
Los abuelos comenzaron a masturbarse. Adriana se daba la vuelta, les mostraba su precioso culo, se alzaba el pelo para dejar al aire su nuca.
"Era cierto, lo que me contó mi compañera era cierto. Estoy haciendo lo mismo" Adriana no sabía si eso la turbaba o la excitaba aún mas. Pero nuestra joven amiga no se percató que mientras bailaba y pensaba el borde de la piscina se acercaba peligrosamente a su centro de gravedad.
Solamente fue medio segundo, pero fue suficiente para que en un abrir y cerrar de ojos Adriana apareciera sumergida en el agua. Aturdida y muy avergonzada Adriana abrió los ojos y comenzó a sentir como varias manos trataban de ayudarla para incorporarse. Su pelo, su ropa, su cuerpo, sus zuecos... su orgullo estaban mojados
- ¿Estás bien chiquilla? - Preguntaban los abuelos aún desnudos
- Sí, sí - Respondió Adriana avergonzada
- ¿Seguro?
Adriana notaba las manos en su cuerpo seis manos en su cuerpo, aguantándolo, apoyándolo, cuidándolo, mimándolo. Adriana empezó a notar que las manos comenzaban a apoyarse en partes de su cuerpo que no habían sufrido daño alguno. Una mano se apoyó en su nuca, otra en su espalda, otra en su culo, otra en su pecho izquierdo. Adriana ahora estaba casi flotando en el agua y no era por culpa del líquido elemento.
Dedos pellizcaban sus pezones con cuidado y a través de la ropa mojada. Otras manos apretaban sus nalgas. Unas terceras acariciaban sus labios, los cuales trataban de susurrar un "estoy bien, ya me podéis dejar". Pero de ellos no salía más que un leve gemido.
Los abuelos viendo que su joven víctima se dejaba hacer comenzaron a ser un poco más explícitos en sus toqueteos. El de los pechos se dedicó rápidamente a desabrochar los pocos botones que le quedaban a Adriana en su camisa verde. El de las nalgas, comenzó a bajar los pantalones de Adriana por sus tobillos. En un abrir y cerrar de ojos, la chica estaba con su minúsculo tanga y con su sujetador de encaje.
Adriana seguía flotando.
Las manos volvieron para acabar de desnudar a la joven enfermera. En pocos instantes Adriana flotaba en la piscina, con ayuda de unas experimentadas manos, completamente desnuda y a merced de los tres abuelos.
Cuando la chica notó que una mano comenzaba a subir por su entrepierna, se sorprendió abriendo sus preciosas piernas. Dejando que los arrugados dedos comenzaran a jugar con su depilado y húmedo coño. Cuando quiso incorporar la cabeza para ver quien le estaba haciendo aquello, su visión se vio interrumpida por dos cabezas que a la vez bajaron hasta sus pezones, los cuales comenzaron a chupar y lamer con avidez.
Le asqueaba reconocerlo, pero ella misma sabía que estaba en el cielo a merced de los tres viejos.
Pasados unos minutos, incorporaron a Adriana y allí de pie los cuatro siguieron con su ritual.
Tomaron las manos de Adriana y se las llevaron hasta las duras vergas las cuales Adriana agarró como si le fuera la vida en ello.
La suerte estaba echada y las posiciones tomadas. Los dos viejos a los cuales Adriana Masturbaba le chupaban y lamían las tetas, el tercero en cuestión seguía masturbando el clítoris de nuestra amiga. El placer comenzaba a abrirse camino al igual que sus piernas. El tacto de las dos pollas en sus manos, el saber que estaba haciendo algo prohibido, las dos bocas mamando sus pechos y sobre todo los expertos dedos que se abrían paso en su interior y buscaban insistentemente su placer, hacían que Adriana ya estuviera a merced de esos tres diablos.
De la mano, Los tres ancianos acercaron a Adriana a la orilla. Los abuelos se sentaron en el borde y sin mediar palabra uno de ellos la tomo por la cabeza y llevó su boca hasta su cipote. Era el pequeño y grueso. Adriana poseída, se lo engullo entero y comenzó a mamarlo con avidez. Con los ojos cerrados, nuestra amiga solo podía escuchar el sonido de los otros dos ancianos masturbándose viendo la escena. Justo cuando comenzaron los espasmos antes de la corrida, el anciano separó la boca de Adriana (muy dispuesta a beberse el añejo licor del abuelo) y masturbándose comenzó a correrse en la cara de la joven. Adriana una vez recibido su regalo, se limpio con el agua de la piscina. El siguiente anciano la llamó con un gesto, era el de la verga delgada y larga. Adriana de nuevo se arrodilló en los peldaños de la escalera y comenzó a chupar. A los pocos segundo notó como el tercero en discordia se levantaba y desaparecía.
Justo cuando notó que la verga de dentro de su boca comenzaba a acoplarse, noto como dos dedos entraban de nuevo en su coño.
Como si de un profesional se tratara, el viejo le estaba dando un masaje-masturbatorio increíble, con rapidez y en el punto exacto, movía dos dedos de manera especial. Adriana comenzó a sentir convulsiones en su cuerpo, placer, placer, placer..... Chorros de placer. Justo en el momento en el que soltó la polla del abuelo, Adriana se corría frenéticamente. El abuelo hizo lo propio, pero esta vez su leche calló en los pechos de la joven.
A merced del placer que sentía, solo le quedaba por cumplir con el que parecía más experto de todos. Pero este no quiso una mamada.
Se sentó en el borde de la piscina y llamó a Adriana. Esta aún temblando de su intenso orgasmo, se acercó. El abuelo le tomo de las manos y con una sonrisa le invitó a abrir las piernas. Adriana captó el mensaje enseguida. Tomó la bonita verga del anciano y bajando su cuerpo, se la comenzó a insertar en su coño..... coño muy mojado por lo antes escrito.
Una vez acoplada, Adriana comenzó a cabalgar, suavemente. El abuelo reposaba su cabeza entre las tetas de la joven, lamiendo la suave y húmeda piel.
El morbo aumentaba aún más cuando Adriana se percató de que los otros dos abuelos simplemente tomaban, desnudos, ese brebaje, sin hablar y viendo como su amigo se follaba a la que podría ser su nieta (en el mejor de los casos).
Adriana Aumentó el ritmo de sus embestidas. Quería correrse con la polla de "su abuelo" dentro. En solo unos segundo el orgasmo le llegó de nuevo y unos pocos segundos después el anciano la avisaba de que se iba a correr. Adriana Se incorporó de nuevo; se arrodilló y con un par de golpes de boca, esta vez si logró que el abuelo se corriera dentro de su boca.
Adriana Estaba aturdida, se vestía mientras los viejos no paraban de dedicarle piropos, unos muy bonitos, otros más soeces... pero piropos al fin y al cabo. Como si nada hubiera sucedido, Adriana acabó de vestirse, se giró hacia sus tres amantes y les dijo:
- Agradecería discreción en este asunto.
- No te preocupes, preciosa jovencita - Respondió el mas anciano de todos poniendo por primera vez en toda la noche una cara que de verdad parecía la de un viejo desvalido.
Adriana llegó a casa a las 10.00 de la mañana y se acostó inmediatamente.
Su novió llegó para comer a las 14.00 y la despertó. El estaba eufórico, por fin su chica tendría un trabajo bien remunerado, con horario cómodo y haciendo lo que le gustaba.
Durante la comida hablaron. Adriana estaba ausente, con la mirada perdida y vacía.
- ¿Cuando dirás en la residencia esa que lo dejas? - Le preguntó su chico.
Silencio
- ¿Adriana?
- ¿Sabes? creo que no voy a cambiar de trabajo - Fue su respuesta
La discusión se alargó hasta la hora en la que Adriana volvía a entrar a trabajar.
En los vestuarios Adriana se cruzó con la amiga que le había contado lo de los tres viejos, esta solo le guiñó un ojo.
Eran las once de la noche y nuestra joven amiga, temblando, apretó el interruptor del PC de la mesita del despacho. Fue directamente a la carpeta "Mis documentos" y la abrió. Allí estaban aun las fotos que había visto la noche anterior. Pero vio una carpeta al lado de esta.
"12/07/2010" Era su nombre, la fecha de ayer.
Abrió la carpeta y comenzaron a aparecer imágenes. Imágenes de su culo, de sus pechos, de su coño, de como los viejos la tocaban, incluso una instantánea de como ella se limpiaba el semen de su cara.
Adriana sonrió.
"Adriana?" Sonó en el walkie talkie de la mesa.
"Andres?" Contestó Adriana.
"Todo bien por ahí?" Preguntó el compañero
"Sí, sí, por ahora todo muy tranquilo"
Silencio
"Sabes? Ninguna de las otras chicas se atrevieron a tanto como tu... los tienes
"Horario fijo, buen sueldo, comisiones... Perfecto" pensó Adriana durante toda la semana.
Pero por desgracia para Adri, la semana del turno de mañana acabó y la siguiente le tocaba el soporífero y largo turno de noche.
E iba a ser una gran desgracia.
Era la primera vez que lo hacía completo y estaba un poco preocupada por si le surgía algún problema, pues era la única asistente en el turno junto con el chico que estaba en la zona de los ancianos incapacitados y eso estaba lejos y si mantenía una atención más seria que su zona.
Sólo en el exterior, en la zona de entrada, había también un vigilante nocturno, pero sin responsabilidades sobre la atención de los ancianos, de manera, que estaba sola.
Ella y los ancianos.
No obstante, en prevención de posibles incidentes, Se hizo una pequeña "chuleta" con todos los teléfonos de emergencias necesarios por si llegaba el caso. Incluso su ya amiga y confidente, África, le había dejado el propio, por si necesitaba consultarle alguna cosa.
La noche entró calurosa.
Se dio una vuelta por las habitaciones. Tenía algunos medicamentos que distribuir, dispuestos en una bandeja con vasitos de plástico, que tenían anotado los nombres, habitación y la hora de administración.
A las 24.00 y Adriana buscaba alguna corriente dejando abiertas las ventanas de su despacho y la del pasillo, pero allí apenas corría ninguna ráfaga de viento.
Miró el reloj y vio las dos agujas una sobre otra al norte de su esfera. Era la hora de la ronda.
El sudor le corría entre los pechos solamente por el esfuerzo de caminar esos pasillos, oscuros, casi entre tinieblas. De pronto se vio tentada a actuar como esos carceleros malvados de ciertas películas e ir golpeando con el gran manojo de llaves las puertas de las habitaciones de los ancianos. La sola idea de hacerlos le arranco la primera sonrisa de la noche.
Volvió a su pequeña habitación y encendió la televisión, nada, programas de cotilleos, películas infumables y debates varios. La volvió a apagar. Encendió el Pc que tenía en la mesa, el ruido que emitía no presagiaba nada bueno, la máquina tendría por lo menos diez años. De pronto un "Hola?" sonó desde su walkie talkie. Adri apretó el botón del suyo y respondió con un lógico "Andrés?". Andrés era el compañero de la otra parte de la residencia. Hablaron solo unos minutos sobre como iba la noche, los problemas que habían tenido (el iba por su tercero y ella ninguno).
Justo cuando a Andrés le surgió su cuarto problema tuvieron que cortar la comunican.
El PC había arrancado y su antiguo sistema operativo funcionaba bastante rápido. Adriana comenzó a jugar al buscaminas, después al pimball y acabo con unos cuantos solitarios.
Miró su reloj y este aún marcaba la 1.46 de la noche. No apagó el Pc y siguió explorándolo. Comprobó que no disponía de conexión a Internet, improbó que había muchas fichas de los ancianos y acabó absolutamente sorprendida en una carpeta dentro de "Mis documentos" que contenía las fotos de una chica desnuda, en una piscina, en posiciones muy sexuales, depilada, masturbándose y riéndose muy caliente. Pensó que sería de algún compañero que guardaba allí fotos de su chica... pero se fijó un poco más y absolutamente nerviosa se dio cuenta de que la chica era África. Trató de buscar una explicación: que haya guardado allí las fotos de un día loco, que las hubiera robado alguien... pero al final, tratando de calmarse comprendió que no, que las fotos eran reales, eran de su compañera, que las piscina donde estaba era la de la residencia.... y que la historia que le había contado era cierta, pero que la chica que había tenido sexo con los ancianos había sido ella misma.
"Puta" fue la primera palabra que le vino a la cabeza.
Su responsabilidad le hizo mirar el reloj y se dio cuenta de que le tocaba hacer la siguiente ronda. Turbada y con la historia de nuevo rondando por su cabeza y su cuerpo se dispuso a hacer la ronda. Esta vez había que volver a dar algunas pastillas a ciertos residentes. Nerviosa, respiró hondo y tratando de calmarse, estudió bien a quien dar cada medicamento, un fallo podría ser mortal en estos casos.
Comenzó a picar a las cuatro habitaciones que tenia que repartirlos.
"Rogelia su medicación"
"Luis su medicación"
"Maruja su medicación"
"Cosme su......"
A Adriana se le calló la píldora, el agua y su concentración al suelo cuando vio que Cosme era uno de los viejos de la historia.
- Hola bonita, ya iba siendo hora de que te tocara el turno de noche para cuidarnos - Le dijo el viejo
- Bueno, es bastante aburrido y con este calor - Respondió Adri desde el suelo secando y recogiendo las píldoras
- Es verdad, pero este calor es buenos para mi lumbago - Sonrió el anciano clavando sus ojos en el hueco que el uniforme dejaba sobre los pechos de Adriana.
- Cosme, por favor...
- Hijita mía eres una dulzura. Un par de amigos y yo mismo nos hemos hecho con unas llaves de la piscina y nos vamos a dar un bañito para refrescarnos. ¿Querrás venís? - Le pregunto.
A Adriana su cabeza se le nubló, sus pierna le flojearon y su respiración se le entrecortó.
- Sabe que está prohibido bañarse sin el socorrista.
- Bueno, más razón para que vengas a cuidarnos - Le espetó sin pensarlo Cosme.
"Imbécil"
- Mira preciosa, nosotros vamos a ir igual, si no bienes, estupendo, pero si nos pasa algo te la cargarás con todo el equipo. Te recomiendo que vengas y nos vigiles.
Adri no tenía salida... pero en el fondo tampoco la quería.
Quedaron que en veinte minutos se verían dentro de la piscina. Adriana le dijo que solo los vigilaría que si hacían tonterías tendría que informar al director.
Nuestra protagonista atravesó las pesadas puertas de la piscina y allí vio a los tres amigos. No estaban en la piscina grande, estaban en el jacuzzi "Con este calor!" Pensó Adri.
Con silbidos y gestos la hicieron acercarse. Por supuesto lo primero que buscó Adriana fue la botella con el líquido verde y los vasos. Y allí estaban.
Los tres ancianos estaban con sus bañadores, invitaron a Adriana a que se sentara en una silla. Ella aceptó y allí estuvieron hablando varios minutos. Curiosamente ella hablo mucho más de su corta vida que ellos de la suya.
El tiempo pasaba y Adriana se impacientaba, los ancianos no tenían muchas ganas de volver a sus habitaciones y ella temía que ocurriera algo.
- ¿Entonces te casarás en breve? - Le preguntó uno de ellos, continuando la conversación sobre la vida sentimental de Adriana
- Sí. Solo espero que las cosas vayan bien. Es el primer y único novio que he tenido y nos gustaría formalizar más la relación.
Los tres ancianos se miraron y sonrieron a Adriana.
- ¿El primero y único?
- Sí, ¿Qué ocurre? - Respondió Adriana sin entender la risilla de los abuelos.
- ¿Como va a ser al primero y el único con ese cuerpo y esa belleza que tienes, chiquilla? Apuntillo uno de ellos dirigiendo señalando a la joven con sus manos
Adriana notó calor en sus mejillas. Se estaba ruborizando por las miradas atrevidas y lascivas de los abuelos, los cuales ya solo tenían ojos para su cuerpo.
La conversación comenzó a desviarse hacia el terreno sexual. Ellos se quejaban de que hacía años que no tenían ninguna emoción o desahogo fuerte. Ella insistía en que a su edad lo que había que hacer era calmarse y disfrutar de la tranquilidad; a lo que ellos, con aspavientos mas propios de jóvenes que de hombres de su edad, negaban rotundamente.
El ambiente comenzó a relajarse demasiado, Adriana se reía con las insinuaciones y los comentarios jocosos de los ancianos. Sin darse cuenta Adriana se había descalzado y estaba sentada a la orilla de la piscina con los pies chapoteando en el agua pasando un buen rato.
Su cara cambió cuando Vio a los tres viejos echarse un poco de ese sospechoso líquido verde en sus pequeños vasos de plástico y beberlo de un solo trago.
- ¿Qué es eso? - Preguntó inocente Adriana, queriendo parecer una enfermera preocupada.
- Absenta - Respondió uno de los señores sin apenas mirarla a la cara
- ¿Y eso os va a sentar bien?
- Ni te lo imaginas, niña mía.
Los comentarios sobre su único amante y la perdida que eso significaba para media humanidad, no cesaron. Algunos eran inocentes, otros simpáticos, pero otros eran directamente sexuales: "Si yo tuviera algunos años menos, no te me escapabas"
La tensión fue creciendo y los comentarios sobre su cuerpo comenzaron a hacerse de notar más de lo necesario.
"Con esas tetitas que se te adivinan..."
"Menudo culo tiene la chiquilla"
"Tu novio debe de ser muy feliz"
Adriana comenzó a sentirse ligeramente incómoda, pero a la vez curiosa, intrigada. La historia que le había contado su amiga sobre la otra chica que acabó desnuda delante de ellos, le llenaba la cabeza de ideas absurdas y sensuales.
A medida que los ancianos seguían convocándola, ella se sentía mas voluptuosa. Se sentía segura, tres viejo no podrían abusar de ella, solo corriendo les mantendría lejos en caso de que se volvieran violentos.... "¿Pero que coño estás pensando?" Se preguntó Adriana.
Cuando quiso bajar de la nube de excitación que le producían las palabras soeces y calientes de los tres hombres, fue demasiado tarde.
Su cuerpo había comenzado a actuar por si mismo y el arqueamiento de su espalda con cada palabra, el morderse los labios con cada insinuación. Adriana estaba ya en una nube y se sentía protagonista de una historia excesivamente morbosa.
- Enséñanos algo, bonita - Le dijo uno de los viejos
- Señores, no creo que sea buena idea - Respondió Adriana tímida y provocativa
- Vamos, lo estás deseando.
- A ver, me pondré de pie y os enseñaré el culo sin bajarme los pantalones - accedió Adriana, sintiéndose poderosa
Así, con calma, sacó los pies del agua, se incorporó y dándose la vuelta, abrió ligeramente las piernas y sacó su precioso culo hacia los ancianos.
Los vítores y las frases malsonantes llenaron el vacío: "te lo comía ahora mismo" "Déjanos verlo sin pantalón" "Mira que preciosidad".
Adriana se sentía poderosa, deseada por aquellos viejos. Su vergüenza fue dando paso a un calor que la llenaba por dentro. Pudo darse cuenta, sentándose de nuevo pero más cerca de ellos que antes, que los tres viejos comenzaban a acariciarse su entrepierna.
"Son míos" Pensó Adriana
Los viejos ya muy desinhibidos, no dudaron en jalear más a nuestra joven amiga. Ella confiada de su poder y de su ventaja les dijo que no era bueno para ellos ni tanto calor, ni tanta excitación. Ellos rompieron en carcajadas. El más atractivo de los tres se levantó e incorporándose lentamente dejó ver su miembro totalmente tieso. Era una verga fina pero larga. Ana se sintió turbada por la imagen del viejo acariciándose los testículos mientras le enseñaba su aparato. Los otros dos amigos se incorporaron de nuevo y dejaron ver sus miembros: uno muy grueso pero más bien corto y el tercero en discordia de unos 20 centímetros muy proporcionado.
Ahora Adriana no sabía si ella tenía la situación controlada o eran ellos los que sabían lo que hacían perfectamente.
- ¿Crees que no nos podemos correr a nuestra edad?
- Yo no he dicho eso - Respondió muy turbada Adriana
- Pero lo crees - Contestó el de la verga gorda
- Creo que tanto calor y tanta excitación os puede sentar mal - Trató de excusarse Adriana
De nuevo las carcajadas.
- Hacemos una cosa, tu nos excitas y comprobamos que ocurre primero: si nos morimos o si nos corremos - La retó el de la polla delgada
Los aplausos y las palabras de ánimo sonaron de nuevo estruendosas en la piscina. Cada vez que los ancianos se comportaban como quinceañeros, Adriana sentía su libido por los aires.
- De acuerdo, será un juego. Si no llegáis todos en quince minutos, habré ganado yo - Sentencio Adriana
De nuevo aplausos.
Los tres viejos, totalmente desnudos, se sentaron en el borde de la piscina. Piernas abiertas y pollas en las manos.
Adriana se incorporó de nuevo. Se desabrochó los dos botones de su camiseta verde, abrió sus piernas y comenzó a moverse muy despacio y muy sensualmente.
Los abuelos comenzaron a masturbarse. Adriana se daba la vuelta, les mostraba su precioso culo, se alzaba el pelo para dejar al aire su nuca.
"Era cierto, lo que me contó mi compañera era cierto. Estoy haciendo lo mismo" Adriana no sabía si eso la turbaba o la excitaba aún mas. Pero nuestra joven amiga no se percató que mientras bailaba y pensaba el borde de la piscina se acercaba peligrosamente a su centro de gravedad.
Solamente fue medio segundo, pero fue suficiente para que en un abrir y cerrar de ojos Adriana apareciera sumergida en el agua. Aturdida y muy avergonzada Adriana abrió los ojos y comenzó a sentir como varias manos trataban de ayudarla para incorporarse. Su pelo, su ropa, su cuerpo, sus zuecos... su orgullo estaban mojados
- ¿Estás bien chiquilla? - Preguntaban los abuelos aún desnudos
- Sí, sí - Respondió Adriana avergonzada
- ¿Seguro?
Adriana notaba las manos en su cuerpo seis manos en su cuerpo, aguantándolo, apoyándolo, cuidándolo, mimándolo. Adriana empezó a notar que las manos comenzaban a apoyarse en partes de su cuerpo que no habían sufrido daño alguno. Una mano se apoyó en su nuca, otra en su espalda, otra en su culo, otra en su pecho izquierdo. Adriana ahora estaba casi flotando en el agua y no era por culpa del líquido elemento.
Dedos pellizcaban sus pezones con cuidado y a través de la ropa mojada. Otras manos apretaban sus nalgas. Unas terceras acariciaban sus labios, los cuales trataban de susurrar un "estoy bien, ya me podéis dejar". Pero de ellos no salía más que un leve gemido.
Los abuelos viendo que su joven víctima se dejaba hacer comenzaron a ser un poco más explícitos en sus toqueteos. El de los pechos se dedicó rápidamente a desabrochar los pocos botones que le quedaban a Adriana en su camisa verde. El de las nalgas, comenzó a bajar los pantalones de Adriana por sus tobillos. En un abrir y cerrar de ojos, la chica estaba con su minúsculo tanga y con su sujetador de encaje.
Adriana seguía flotando.
Las manos volvieron para acabar de desnudar a la joven enfermera. En pocos instantes Adriana flotaba en la piscina, con ayuda de unas experimentadas manos, completamente desnuda y a merced de los tres abuelos.
Cuando la chica notó que una mano comenzaba a subir por su entrepierna, se sorprendió abriendo sus preciosas piernas. Dejando que los arrugados dedos comenzaran a jugar con su depilado y húmedo coño. Cuando quiso incorporar la cabeza para ver quien le estaba haciendo aquello, su visión se vio interrumpida por dos cabezas que a la vez bajaron hasta sus pezones, los cuales comenzaron a chupar y lamer con avidez.
Le asqueaba reconocerlo, pero ella misma sabía que estaba en el cielo a merced de los tres viejos.
Pasados unos minutos, incorporaron a Adriana y allí de pie los cuatro siguieron con su ritual.
Tomaron las manos de Adriana y se las llevaron hasta las duras vergas las cuales Adriana agarró como si le fuera la vida en ello.
La suerte estaba echada y las posiciones tomadas. Los dos viejos a los cuales Adriana Masturbaba le chupaban y lamían las tetas, el tercero en cuestión seguía masturbando el clítoris de nuestra amiga. El placer comenzaba a abrirse camino al igual que sus piernas. El tacto de las dos pollas en sus manos, el saber que estaba haciendo algo prohibido, las dos bocas mamando sus pechos y sobre todo los expertos dedos que se abrían paso en su interior y buscaban insistentemente su placer, hacían que Adriana ya estuviera a merced de esos tres diablos.
De la mano, Los tres ancianos acercaron a Adriana a la orilla. Los abuelos se sentaron en el borde y sin mediar palabra uno de ellos la tomo por la cabeza y llevó su boca hasta su cipote. Era el pequeño y grueso. Adriana poseída, se lo engullo entero y comenzó a mamarlo con avidez. Con los ojos cerrados, nuestra amiga solo podía escuchar el sonido de los otros dos ancianos masturbándose viendo la escena. Justo cuando comenzaron los espasmos antes de la corrida, el anciano separó la boca de Adriana (muy dispuesta a beberse el añejo licor del abuelo) y masturbándose comenzó a correrse en la cara de la joven. Adriana una vez recibido su regalo, se limpio con el agua de la piscina. El siguiente anciano la llamó con un gesto, era el de la verga delgada y larga. Adriana de nuevo se arrodilló en los peldaños de la escalera y comenzó a chupar. A los pocos segundo notó como el tercero en discordia se levantaba y desaparecía.
Justo cuando notó que la verga de dentro de su boca comenzaba a acoplarse, noto como dos dedos entraban de nuevo en su coño.
Como si de un profesional se tratara, el viejo le estaba dando un masaje-masturbatorio increíble, con rapidez y en el punto exacto, movía dos dedos de manera especial. Adriana comenzó a sentir convulsiones en su cuerpo, placer, placer, placer..... Chorros de placer. Justo en el momento en el que soltó la polla del abuelo, Adriana se corría frenéticamente. El abuelo hizo lo propio, pero esta vez su leche calló en los pechos de la joven.
A merced del placer que sentía, solo le quedaba por cumplir con el que parecía más experto de todos. Pero este no quiso una mamada.
Se sentó en el borde de la piscina y llamó a Adriana. Esta aún temblando de su intenso orgasmo, se acercó. El abuelo le tomo de las manos y con una sonrisa le invitó a abrir las piernas. Adriana captó el mensaje enseguida. Tomó la bonita verga del anciano y bajando su cuerpo, se la comenzó a insertar en su coño..... coño muy mojado por lo antes escrito.
Una vez acoplada, Adriana comenzó a cabalgar, suavemente. El abuelo reposaba su cabeza entre las tetas de la joven, lamiendo la suave y húmeda piel.
El morbo aumentaba aún más cuando Adriana se percató de que los otros dos abuelos simplemente tomaban, desnudos, ese brebaje, sin hablar y viendo como su amigo se follaba a la que podría ser su nieta (en el mejor de los casos).
Adriana Aumentó el ritmo de sus embestidas. Quería correrse con la polla de "su abuelo" dentro. En solo unos segundo el orgasmo le llegó de nuevo y unos pocos segundos después el anciano la avisaba de que se iba a correr. Adriana Se incorporó de nuevo; se arrodilló y con un par de golpes de boca, esta vez si logró que el abuelo se corriera dentro de su boca.
Adriana Estaba aturdida, se vestía mientras los viejos no paraban de dedicarle piropos, unos muy bonitos, otros más soeces... pero piropos al fin y al cabo. Como si nada hubiera sucedido, Adriana acabó de vestirse, se giró hacia sus tres amantes y les dijo:
- Agradecería discreción en este asunto.
- No te preocupes, preciosa jovencita - Respondió el mas anciano de todos poniendo por primera vez en toda la noche una cara que de verdad parecía la de un viejo desvalido.
Adriana llegó a casa a las 10.00 de la mañana y se acostó inmediatamente.
Su novió llegó para comer a las 14.00 y la despertó. El estaba eufórico, por fin su chica tendría un trabajo bien remunerado, con horario cómodo y haciendo lo que le gustaba.
Durante la comida hablaron. Adriana estaba ausente, con la mirada perdida y vacía.
- ¿Cuando dirás en la residencia esa que lo dejas? - Le preguntó su chico.
Silencio
- ¿Adriana?
- ¿Sabes? creo que no voy a cambiar de trabajo - Fue su respuesta
La discusión se alargó hasta la hora en la que Adriana volvía a entrar a trabajar.
En los vestuarios Adriana se cruzó con la amiga que le había contado lo de los tres viejos, esta solo le guiñó un ojo.
Eran las once de la noche y nuestra joven amiga, temblando, apretó el interruptor del PC de la mesita del despacho. Fue directamente a la carpeta "Mis documentos" y la abrió. Allí estaban aun las fotos que había visto la noche anterior. Pero vio una carpeta al lado de esta.
"12/07/2010" Era su nombre, la fecha de ayer.
Abrió la carpeta y comenzaron a aparecer imágenes. Imágenes de su culo, de sus pechos, de su coño, de como los viejos la tocaban, incluso una instantánea de como ella se limpiaba el semen de su cara.
Adriana sonrió.
"Adriana?" Sonó en el walkie talkie de la mesa.
"Andres?" Contestó Adriana.
"Todo bien por ahí?" Preguntó el compañero
"Sí, sí, por ahora todo muy tranquilo"
Silencio
"Sabes? Ninguna de las otras chicas se atrevieron a tanto como tu... los tienes
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