10 ene 2011

La experiencia es un grado II

Pasaron los días y por suerte a Adri el morbo de la historia que la había contado su compañera había desaparecido. Entre otras cosas por que nuestra amiga había evitado con total éxito a los tres viejos de la historia. Otra de las razones de su aparente normalidad mental y emocional fue que se auto convenció de que la historia era falsa y que su amiga le quería meter el miedo en el cuerpo. El tercer y último motivo fue que le había llegado a casa una carta para hacer una entrevista de trabajo en un laboratorio en el centro de la ciudad.
"Horario fijo, buen sueldo, comisiones... Perfecto" pensó Adriana durante toda la semana.

Pero por desgracia para Adri, la semana del turno de mañana acabó y la siguiente le tocaba el soporífero y largo turno de noche.

E iba a ser una gran desgracia.

Era la primera vez que lo hacía completo y estaba un poco preocupada por si le surgía algún problema, pues era la única asistente en el turno junto con el chico que estaba en la zona de los ancianos incapacitados y eso estaba lejos y si mantenía una atención más seria que su zona.

Sólo en el exterior, en la zona de entrada, había también un vigilante nocturno, pero sin responsabilidades sobre la atención de los ancianos, de manera, que estaba sola.

Ella y los ancianos.

No obstante, en prevención de posibles incidentes, Se hizo una pequeña "chuleta" con todos los teléfonos de emergencias necesarios por si llegaba el caso. Incluso su ya amiga y confidente, África, le había dejado el propio, por si necesitaba consultarle alguna cosa.

La noche entró calurosa.
Se dio una vuelta por las habitaciones. Tenía algunos medicamentos que distribuir, dispuestos en una bandeja con vasitos de plástico, que tenían anotado los nombres, habitación y la hora de administración.

A las 24.00 y Adriana buscaba alguna corriente dejando abiertas las ventanas de su despacho y la del pasillo, pero allí apenas corría ninguna ráfaga de viento.
Miró el reloj y vio las dos agujas una sobre otra al norte de su esfera. Era la hora de la ronda.

El sudor le corría entre los pechos solamente por el esfuerzo de caminar esos pasillos, oscuros, casi entre tinieblas. De pronto se vio tentada a actuar como esos carceleros malvados de ciertas películas e ir golpeando con el gran manojo de llaves las puertas de las habitaciones de los ancianos. La sola idea de hacerlos le arranco la primera sonrisa de la noche.

Volvió a su pequeña habitación y encendió la televisión, nada, programas de cotilleos, películas infumables y debates varios. La volvió a apagar. Encendió el Pc que tenía en la mesa, el ruido que emitía no presagiaba nada bueno, la máquina tendría por lo menos diez años. De pronto un "Hola?" sonó desde su walkie talkie. Adri apretó el botón del suyo y respondió con un lógico "Andrés?". Andrés era el compañero de la otra parte de la residencia. Hablaron solo unos minutos sobre como iba la noche, los problemas que habían tenido (el iba por su tercero y ella ninguno).
Justo cuando a Andrés le surgió su cuarto problema tuvieron que cortar la comunican.
El PC había arrancado y su antiguo sistema operativo funcionaba bastante rápido. Adriana comenzó a jugar al buscaminas, después al pimball y acabo con unos cuantos solitarios.
Miró su reloj y este aún marcaba la 1.46 de la noche. No apagó el Pc y siguió explorándolo. Comprobó que no disponía de conexión a Internet, improbó que había muchas fichas de los ancianos y acabó absolutamente sorprendida en una carpeta dentro de "Mis documentos" que contenía las fotos de una chica desnuda, en una piscina, en posiciones muy sexuales, depilada, masturbándose y riéndose muy caliente. Pensó que sería de algún compañero que guardaba allí fotos de su chica... pero se fijó un poco más y absolutamente nerviosa se dio cuenta de que la chica era África. Trató de buscar una explicación: que haya guardado allí las fotos de un día loco, que las hubiera robado alguien... pero al final, tratando de calmarse comprendió que no, que las fotos eran reales, eran de su compañera, que las piscina donde estaba era la de la residencia.... y que la historia que le había contado era cierta, pero que la chica que había tenido sexo con los ancianos había sido ella misma.

"Puta" fue la primera palabra que le vino a la cabeza.

Su responsabilidad le hizo mirar el reloj y se dio cuenta de que le tocaba hacer la siguiente ronda. Turbada y con la historia de nuevo rondando por su cabeza y su cuerpo se dispuso a hacer la ronda. Esta vez había que volver a dar algunas pastillas a ciertos residentes. Nerviosa, respiró hondo y tratando de calmarse, estudió bien a quien dar cada medicamento, un fallo podría ser mortal en estos casos.

Comenzó a picar a las cuatro habitaciones que tenia que repartirlos.
"Rogelia su medicación"
"Luis su medicación"
"Maruja su medicación"
"Cosme su......"

A Adriana se le calló la píldora, el agua y su concentración al suelo cuando vio que Cosme era uno de los viejos de la historia.

- Hola bonita, ya iba siendo hora de que te tocara el turno de noche para cuidarnos - Le dijo el viejo
- Bueno, es bastante aburrido y con este calor - Respondió Adri desde el suelo secando y recogiendo las píldoras
- Es verdad, pero este calor es buenos para mi lumbago - Sonrió el anciano clavando sus ojos en el hueco que el uniforme dejaba sobre los pechos de Adriana.
- Cosme, por favor...
- Hijita mía eres una dulzura. Un par de amigos y yo mismo nos hemos hecho con unas llaves de la piscina y nos vamos a dar un bañito para refrescarnos. ¿Querrás venís? - Le pregunto.

A Adriana su cabeza se le nubló, sus pierna le flojearon y su respiración se le entrecortó.

- Sabe que está prohibido bañarse sin el socorrista.
- Bueno, más razón para que vengas a cuidarnos - Le espetó sin pensarlo Cosme.

"Imbécil"

- Mira preciosa, nosotros vamos a ir igual, si no bienes, estupendo, pero si nos pasa algo te la cargarás con todo el equipo. Te recomiendo que vengas y nos vigiles.

Adri no tenía salida... pero en el fondo tampoco la quería.

Quedaron que en veinte minutos se verían dentro de la piscina. Adriana le dijo que solo los vigilaría que si hacían tonterías tendría que informar al director.

Nuestra protagonista atravesó las pesadas puertas de la piscina y allí vio a los tres amigos. No estaban en la piscina grande, estaban en el jacuzzi "Con este calor!" Pensó Adri.

Con silbidos y gestos la hicieron acercarse. Por supuesto lo primero que buscó Adriana fue la botella con el líquido verde y los vasos. Y allí estaban.

Los tres ancianos estaban con sus bañadores, invitaron a Adriana a que se sentara en una silla. Ella aceptó y allí estuvieron hablando varios minutos. Curiosamente ella hablo mucho más de su corta vida que ellos de la suya.

El tiempo pasaba y Adriana se impacientaba, los ancianos no tenían muchas ganas de volver a sus habitaciones y ella temía que ocurriera algo.

- ¿Entonces te casarás en breve? - Le preguntó uno de ellos, continuando la conversación sobre la vida sentimental de Adriana
- Sí. Solo espero que las cosas vayan bien. Es el primer y único novio que he tenido y nos gustaría formalizar más la relación.

Los tres ancianos se miraron y sonrieron a Adriana.

- ¿El primero y único?
- Sí, ¿Qué ocurre? - Respondió Adriana sin entender la risilla de los abuelos.
- ¿Como va a ser al primero y el único con ese cuerpo y esa belleza que tienes, chiquilla? Apuntillo uno de ellos dirigiendo señalando a la joven con sus manos

Adriana notó calor en sus mejillas. Se estaba ruborizando por las miradas atrevidas y lascivas de los abuelos, los cuales ya solo tenían ojos para su cuerpo.

La conversación comenzó a desviarse hacia el terreno sexual. Ellos se quejaban de que hacía años que no tenían ninguna emoción o desahogo fuerte. Ella insistía en que a su edad lo que había que hacer era calmarse y disfrutar de la tranquilidad; a lo que ellos, con aspavientos mas propios de jóvenes que de hombres de su edad, negaban rotundamente.

El ambiente comenzó a relajarse demasiado, Adriana se reía con las insinuaciones y los comentarios jocosos de los ancianos. Sin darse cuenta Adriana se había descalzado y estaba sentada a la orilla de la piscina con los pies chapoteando en el agua pasando un buen rato.

Su cara cambió cuando Vio a los tres viejos echarse un poco de ese sospechoso líquido verde en sus pequeños vasos de plástico y beberlo de un solo trago.

- ¿Qué es eso? - Preguntó inocente Adriana, queriendo parecer una enfermera preocupada.
- Absenta - Respondió uno de los señores sin apenas mirarla a la cara
- ¿Y eso os va a sentar bien?
- Ni te lo imaginas, niña mía.

Los comentarios sobre su único amante y la perdida que eso significaba para media humanidad, no cesaron. Algunos eran inocentes, otros simpáticos, pero otros eran directamente sexuales: "Si yo tuviera algunos años menos, no te me escapabas"
La tensión fue creciendo y los comentarios sobre su cuerpo comenzaron a hacerse de notar más de lo necesario.
"Con esas tetitas que se te adivinan..."
"Menudo culo tiene la chiquilla"
"Tu novio debe de ser muy feliz"

Adriana comenzó a sentirse ligeramente incómoda, pero a la vez curiosa, intrigada. La historia que le había contado su amiga sobre la otra chica que acabó desnuda delante de ellos, le llenaba la cabeza de ideas absurdas y sensuales.

A medida que los ancianos seguían convocándola, ella se sentía mas voluptuosa. Se sentía segura, tres viejo no podrían abusar de ella, solo corriendo les mantendría lejos en caso de que se volvieran violentos.... "¿Pero que coño estás pensando?" Se preguntó Adriana.

Cuando quiso bajar de la nube de excitación que le producían las palabras soeces y calientes de los tres hombres, fue demasiado tarde.

Su cuerpo había comenzado a actuar por si mismo y el arqueamiento de su espalda con cada palabra, el morderse los labios con cada insinuación. Adriana estaba ya en una nube y se sentía protagonista de una historia excesivamente morbosa.

- Enséñanos algo, bonita - Le dijo uno de los viejos
- Señores, no creo que sea buena idea - Respondió Adriana tímida y provocativa
- Vamos, lo estás deseando.
- A ver, me pondré de pie y os enseñaré el culo sin bajarme los pantalones - accedió Adriana, sintiéndose poderosa

Así, con calma, sacó los pies del agua, se incorporó y dándose la vuelta, abrió ligeramente las piernas y sacó su precioso culo hacia los ancianos.

Los vítores y las frases malsonantes llenaron el vacío: "te lo comía ahora mismo" "Déjanos verlo sin pantalón" "Mira que preciosidad".

Adriana se sentía poderosa, deseada por aquellos viejos. Su vergüenza fue dando paso a un calor que la llenaba por dentro. Pudo darse cuenta, sentándose de nuevo pero más cerca de ellos que antes, que los tres viejos comenzaban a acariciarse su entrepierna.

"Son míos" Pensó Adriana

Los viejos ya muy desinhibidos, no dudaron en jalear más a nuestra joven amiga. Ella confiada de su poder y de su ventaja les dijo que no era bueno para ellos ni tanto calor, ni tanta excitación. Ellos rompieron en carcajadas. El más atractivo de los tres se levantó e incorporándose lentamente dejó ver su miembro totalmente tieso. Era una verga fina pero larga. Ana se sintió turbada por la imagen del viejo acariciándose los testículos mientras le enseñaba su aparato. Los otros dos amigos se incorporaron de nuevo y dejaron ver sus miembros: uno muy grueso pero más bien corto y el tercero en discordia de unos 20 centímetros muy proporcionado.

Ahora Adriana no sabía si ella tenía la situación controlada o eran ellos los que sabían lo que hacían perfectamente.

- ¿Crees que no nos podemos correr a nuestra edad?
- Yo no he dicho eso - Respondió muy turbada Adriana
- Pero lo crees - Contestó el de la verga gorda
- Creo que tanto calor y tanta excitación os puede sentar mal - Trató de excusarse Adriana

De nuevo las carcajadas.

- Hacemos una cosa, tu nos excitas y comprobamos que ocurre primero: si nos morimos o si nos corremos - La retó el de la polla delgada

Los aplausos y las palabras de ánimo sonaron de nuevo estruendosas en la piscina. Cada vez que los ancianos se comportaban como quinceañeros, Adriana sentía su libido por los aires.

- De acuerdo, será un juego. Si no llegáis todos en quince minutos, habré ganado yo - Sentencio Adriana

De nuevo aplausos.

Los tres viejos, totalmente desnudos, se sentaron en el borde de la piscina. Piernas abiertas y pollas en las manos.

Adriana se incorporó de nuevo. Se desabrochó los dos botones de su camiseta verde, abrió sus piernas y comenzó a moverse muy despacio y muy sensualmente.

Los abuelos comenzaron a masturbarse. Adriana se daba la vuelta, les mostraba su precioso culo, se alzaba el pelo para dejar al aire su nuca.

"Era cierto, lo que me contó mi compañera era cierto. Estoy haciendo lo mismo" Adriana no sabía si eso la turbaba o la excitaba aún mas. Pero nuestra joven amiga no se percató que mientras bailaba y pensaba el borde de la piscina se acercaba peligrosamente a su centro de gravedad.

Solamente fue medio segundo, pero fue suficiente para que en un abrir y cerrar de ojos Adriana apareciera sumergida en el agua. Aturdida y muy avergonzada Adriana abrió los ojos y comenzó a sentir como varias manos trataban de ayudarla para incorporarse. Su pelo, su ropa, su cuerpo, sus zuecos... su orgullo estaban mojados

- ¿Estás bien chiquilla? - Preguntaban los abuelos aún desnudos
- Sí, sí - Respondió Adriana avergonzada
- ¿Seguro?

Adriana notaba las manos en su cuerpo seis manos en su cuerpo, aguantándolo, apoyándolo, cuidándolo, mimándolo. Adriana empezó a notar que las manos comenzaban a apoyarse en partes de su cuerpo que no habían sufrido daño alguno. Una mano se apoyó en su nuca, otra en su espalda, otra en su culo, otra en su pecho izquierdo. Adriana ahora estaba casi flotando en el agua y no era por culpa del líquido elemento.

Dedos pellizcaban sus pezones con cuidado y a través de la ropa mojada. Otras manos apretaban sus nalgas. Unas terceras acariciaban sus labios, los cuales trataban de susurrar un "estoy bien, ya me podéis dejar". Pero de ellos no salía más que un leve gemido.

Los abuelos viendo que su joven víctima se dejaba hacer comenzaron a ser un poco más explícitos en sus toqueteos. El de los pechos se dedicó rápidamente a desabrochar los pocos botones que le quedaban a Adriana en su camisa verde. El de las nalgas, comenzó a bajar los pantalones de Adriana por sus tobillos. En un abrir y cerrar de ojos, la chica estaba con su minúsculo tanga y con su sujetador de encaje.

Adriana seguía flotando.

Las manos volvieron para acabar de desnudar a la joven enfermera. En pocos instantes Adriana flotaba en la piscina, con ayuda de unas experimentadas manos, completamente desnuda y a merced de los tres abuelos.

Cuando la chica notó que una mano comenzaba a subir por su entrepierna, se sorprendió abriendo sus preciosas piernas. Dejando que los arrugados dedos comenzaran a jugar con su depilado y húmedo coño. Cuando quiso incorporar la cabeza para ver quien le estaba haciendo aquello, su visión se vio interrumpida por dos cabezas que a la vez bajaron hasta sus pezones, los cuales comenzaron a chupar y lamer con avidez.





Le asqueaba reconocerlo, pero ella misma sabía que estaba en el cielo a merced de los tres viejos.

Pasados unos minutos, incorporaron a Adriana y allí de pie los cuatro siguieron con su ritual.

Tomaron las manos de Adriana y se las llevaron hasta las duras vergas las cuales Adriana agarró como si le fuera la vida en ello.

La suerte estaba echada y las posiciones tomadas. Los dos viejos a los cuales Adriana Masturbaba le chupaban y lamían las tetas, el tercero en cuestión seguía masturbando el clítoris de nuestra amiga. El placer comenzaba a abrirse camino al igual que sus piernas. El tacto de las dos pollas en sus manos, el saber que estaba haciendo algo prohibido, las dos bocas mamando sus pechos y sobre todo los expertos dedos que se abrían paso en su interior y buscaban insistentemente su placer, hacían que Adriana ya estuviera a merced de esos tres diablos.

De la mano, Los tres ancianos acercaron a Adriana a la orilla. Los abuelos se sentaron en el borde y sin mediar palabra uno de ellos la tomo por la cabeza y llevó su boca hasta su cipote. Era el pequeño y grueso. Adriana poseída, se lo engullo entero y comenzó a mamarlo con avidez. Con los ojos cerrados, nuestra amiga solo podía escuchar el sonido de los otros dos ancianos masturbándose viendo la escena. Justo cuando comenzaron los espasmos antes de la corrida, el anciano separó la boca de Adriana (muy dispuesta a beberse el añejo licor del abuelo) y masturbándose comenzó a correrse en la cara de la joven. Adriana una vez recibido su regalo, se limpio con el agua de la piscina. El siguiente anciano la llamó con un gesto, era el de la verga delgada y larga. Adriana de nuevo se arrodilló en los peldaños de la escalera y comenzó a chupar. A los pocos segundo notó como el tercero en discordia se levantaba y desaparecía.

Justo cuando notó que la verga de dentro de su boca comenzaba a acoplarse, noto como dos dedos entraban de nuevo en su coño.
Como si de un profesional se tratara, el viejo le estaba dando un masaje-masturbatorio increíble, con rapidez y en el punto exacto, movía dos dedos de manera especial. Adriana comenzó a sentir convulsiones en su cuerpo, placer, placer, placer..... Chorros de placer. Justo en el momento en el que soltó la polla del abuelo, Adriana se corría frenéticamente. El abuelo hizo lo propio, pero esta vez su leche calló en los pechos de la joven.

A merced del placer que sentía, solo le quedaba por cumplir con el que parecía más experto de todos. Pero este no quiso una mamada.

Se sentó en el borde de la piscina y llamó a Adriana. Esta aún temblando de su intenso orgasmo, se acercó. El abuelo le tomo de las manos y con una sonrisa le invitó a abrir las piernas. Adriana captó el mensaje enseguida. Tomó la bonita verga del anciano y bajando su cuerpo, se la comenzó a insertar en su coño..... coño muy mojado por lo antes escrito.

Una vez acoplada, Adriana comenzó a cabalgar, suavemente. El abuelo reposaba su cabeza entre las tetas de la joven, lamiendo la suave y húmeda piel.

El morbo aumentaba aún más cuando Adriana se percató de que los otros dos abuelos simplemente tomaban, desnudos, ese brebaje, sin hablar y viendo como su amigo se follaba a la que podría ser su nieta (en el mejor de los casos).

Adriana Aumentó el ritmo de sus embestidas. Quería correrse con la polla de "su abuelo" dentro. En solo unos segundo el orgasmo le llegó de nuevo y unos pocos segundos después el anciano la avisaba de que se iba a correr. Adriana Se incorporó de nuevo; se arrodilló y con un par de golpes de boca, esta vez si logró que el abuelo se corriera dentro de su boca.

Adriana Estaba aturdida, se vestía mientras los viejos no paraban de dedicarle piropos, unos muy bonitos, otros más soeces... pero piropos al fin y al cabo. Como si nada hubiera sucedido, Adriana acabó de vestirse, se giró hacia sus tres amantes y les dijo:

- Agradecería discreción en este asunto.

- No te preocupes, preciosa jovencita - Respondió el mas anciano de todos poniendo por primera vez en toda la noche una cara que de verdad parecía la de un viejo desvalido.




Adriana llegó a casa a las 10.00 de la mañana y se acostó inmediatamente.
Su novió llegó para comer a las 14.00 y la despertó. El estaba eufórico, por fin su chica tendría un trabajo bien remunerado, con horario cómodo y haciendo lo que le gustaba.

Durante la comida hablaron. Adriana estaba ausente, con la mirada perdida y vacía.

- ¿Cuando dirás en la residencia esa que lo dejas? - Le preguntó su chico.

Silencio

- ¿Adriana?

- ¿Sabes? creo que no voy a cambiar de trabajo - Fue su respuesta

La discusión se alargó hasta la hora en la que Adriana volvía a entrar a trabajar.

En los vestuarios Adriana se cruzó con la amiga que le había contado lo de los tres viejos, esta solo le guiñó un ojo.
Eran las once de la noche y nuestra joven amiga, temblando, apretó el interruptor del PC de la mesita del despacho. Fue directamente a la carpeta "Mis documentos" y la abrió. Allí estaban aun las fotos que había visto la noche anterior. Pero vio una carpeta al lado de esta.

"12/07/2010" Era su nombre, la fecha de ayer.
Abrió la carpeta y comenzaron a aparecer imágenes. Imágenes de su culo, de sus pechos, de su coño, de como los viejos la tocaban, incluso una instantánea de como ella se limpiaba el semen de su cara.

Adriana sonrió.

"Adriana?" Sonó en el walkie talkie de la mesa.
"Andres?" Contestó Adriana.
"Todo bien por ahí?" Preguntó el compañero
"Sí, sí, por ahora todo muy tranquilo"


Silencio


"Sabes? Ninguna de las otras chicas se atrevieron a tanto como tu... los tienes

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