Futuro impar (I)
Acababan de llegar de La Rioja, un cambio de puesto de trabajo a mejor de ella los había traído más al oeste. El en sus infinitas oposiciones a profesor probaría suerte de nuevo en una nueva ciudad. Pero que carajo, eran mis amigos, muy buenos amigos. Nos queríamos los tres y nos conocíamos desde hace más de diez años.
David era un chico rubio, inquieto, un cachondo de la vida, bajito y relativamente atractivo. Sonia era una chica muy atractiva, rubia, siempre vestía muy elegante y a la vez provocativa, con un muy bonito culo y unas preciosas tetas que asomaban por sus vestidos siempre que podía.
Les había encontrado un piso en alquiler bastante céntrico y a buen precio. A los cuatro días de llegar y con su casa aún a medio colocar les invité a pasar esa noche de viernes conmigo en la mía, aceptaron con gusto pues la suya entre todas sus cosas y el frío de estar deshabitada desde hacía mas de un año era muy incomoda.
Aparecieron a las 21.00 con aspecto de cansados y vestidos muy informales. Les invité a ponerse sus respectivos pijamas puesto que ni íbamos a salir ni era una velada formal. Aparecieron en la cocina David llevaba un pijama largo muy cómodo, Sonia llevaba un pijama blanco con dibujos rosas de camisa de manga larga y pantalón muy, muy, muy ajustado…. Demasiado.
Sonia siempre me había parecido una chica muy agradable y guapa. Pero no solo eso, era cariñosa, muy cariñosa. No os equivoquéis, nunca había pasado nada entre nosotros, ni pensarlo siquiera. Pero si que me atraía. Se puede decir que era una tía buena y que “no le importaba que la cogiera de la cintura” durante unos segundos, siempre en plan de amigos y colegas.
Cenamos con vino, preparamos una ensalada acompañada de embutido, unos miserables yogures de postre y unos chupitos caseros que ellos trajeron para acabar. Al rato nos fuimos al salón. Buscamos una película y David, goloso donde los haya, sacó una bolsa llena de gominolas. David dijo que estaba muy cansado de ordenar su casa y que le dejáramos el sofá pequeño para tumbarse un poco, a lo que Sonia le recriminó que si realmente hubiera hecho algo sí estaría cansado.
Risas.
Pusimos la película a la cual ni prestamos atención, hablamos, comimos gominolas, seguimos bebiendo licor casero y reímos. A David le podía el sueño y se adormilaba; Sonia aprovechaba para acercarse sus gominolas y robarle algunas. Cuando hacía ese movimiento su bonito culo se alzaba delante de mi en todo su esplendor.
Sonia puso la bolsa entre su pierna izquierda y la mía.
Somos animales y como tal tenemos instintos que a veces nos cuesta alejar de nosotros. El movimiento de dedos de mi amiga buscando las chucherías y rozando mi pierna derecha me estaba gustando y me turbaba.
“Pero quítate eso de la cabeza, solo está rozándote para coger gominolas” pensé. El problema fue cuando las gominolas se acabaron y ella buscó sin éxito en la bolsa de plástico. El roce de sus dedos contra mi pierna no podían ser casualidad. No estaba buscando, estaba acariciando.
Desperté bruscamente de mi “paja mental” cuando David se despertó y súbitamente gritó: “Perrilla… me has robado mis gominolas”. Me asusté, por que como os ha pasado a todos alguna vez, cuando estáis pensando algo malo (o travieso) y os sobresaltan pensáis que os han leído la mente y os han pillado, pero no, David solo preguntaba por sus gominolas.
David se espabilo del todo y se abalanzó sobre su mujer. Esta en su huida acabó con su cabeza sobre mis piernas y con David encima de ella, haciéndole cosquillas mientras fingía que buscaba sus gominolas.
Como os haber pasado también cuando estáis recién despierto de una paja mental, os queda esa cara de tontos y ese gesto de idiotas integrales y no sabéis que hacer, verdad? Pues mientras el matrimonio se magreaba ligeramente yo solo pude verlos y reírme estúpidamente.
Después de unos momentos de tensión David volvió a “su” sofá y continuamos “viendo” la película. Sonia se incorporó y se quedó alejada de mi, pero con sus pies debajo de mis piernas. “Hace frío, verdad?” me preguntó. Tras darle la razón saqué dos mantas del armario y mientras que una se la di a David, la otra la compartimos entre ella y yo. No soy tonto y procuré en mi caída para sentarme volver a tener los pies de Sonia debajo de mis piernas, cosa que conseguí con facilidad.
David dormía ya casi profundamente y Sonia y yo criticábamos de vez en cuando el bodrio de película que estábamos viendo. De vez en cuando se respigaba del frío que tenía. Me lancé (de perdidos al río) y le pregunté si tenía los pies fríos, a lo que me respondió que sí. Se los saqué de debajo de mis piernas y los puse sobre ella; con mis manos comencé a frotárselos suavemente y ella un tanto sorprendida sonrió y me dio las gracias. Así pasaron unos minutos muy jugosos, eso sí, en el más completo silencio. De pronto la película se había vuelto muy interesante.
David roncaba ya plácidamente, eran las 23.37 y la película a punto de acabar. Mi lado oscuro no quería que nos fuéramos a la cama. Desde luego no pasaba por hacer más que aquello y no se me ocurrió otra cosa que girarme y ponerme de frente a ella, abriendo mis piernas y subiendo mis rodillas, colocando sus pies casi sobre mi estómago sin dejar de tocárselos. Después de los títulos de crédito del final de la película por fin comenzamos a hablar algo, trivialidades. Los dos sabíamos que, como en la casta Edad Media algo estábamos haciendo más allá de nuestra amistad. Y como suele ocurrir en estos casos el intentar demostrar que “no pasaba nada” solía ser una mala idea. Sonia subió su mano hasta mis rodillas y con una risa de amistad cómplice allí las dejó jugando con sus dedos, mientras yo le hablaba de las bondades gastronómicas de mi ciudad.
La escena era que yo le masajeaba los píes a ella y ella apoyaba sus manos en mis rodillas. Puede parecer muy casto, pero todos sabéis que eso no esta “nada bien”.
Cuando mi amiga bajó sus manos y rozó mis fríos pies. “Wow! Tu también tienes los pies helados” Ni que decir tiene que la escena ahora era que los dos amigos se estaban masajeando los pies uno al otro. Y ni que decir tiene que ni entrepierna se puso bastante “tontona”.
¿Y el siguiente paso? Yo no Quiero que pasara nada serio, para mi esto era un juego y supuse que para ella también. Así que como para Sonia era un juego dejó de calentarme los pies (y solo Dios sabe que más) y me los empujó para ponerlos debajo de su precioso culo. Me sobresalté un poco, ella se dio cuenta y me tranquilizó con un “No te preocupes, aquí se los caliento a David y funciona de maravilla”. Supongo que lo dijo para tratar de tranquilizarme, pero lo que hizo fue ponerme aún más nervioso.
David seguía roncando.
Viendo lo que ponían en la TV Sonia comenzó a dar cabezazos de sueño, yo me mantenía muy despierto. Cuando comenzó a respirar profundamente y ya dormida no pude más que dejarme llevar:
Lo primero que hice fue mover ligeramente los dedos de mis pies y degustar ese culito. Seguía pensando que no íbamos a pasar de esos ligeros tocamientos y como estaba tan convencido estiré las piernas de Sonia hasta dejar sus pies a la altura de mi pecho y con ni mano comencé a acariciar suavemente con la yema de mis dedos el exterior de sus muslos por encima de su apretado pijama. Imaginaros mi cabeza con mis pies debajo de su culito y mis manos rozando sus piernas. Sabía que no iba a pasar nada más así que tras pensarlo subí su pie hasta mi boca y le besé suavemente el dedo gordo.
O destino cruel. Justo cuando levanté de nuevo la vista allí estaban sus ojos color miel, atravesando los míos. “Me encanta” me susurró sin dejar de mirarme a los ojos.
Ella misma subió de nuevo su precioso pie y acercándomelo a la boca se lo besé de nuevo, esta vez alargando el contacto de mis labios con su dedo.
Ni que decir tiene que mi entrepierna ya era un volcán del calor que desprendía. Ella lo pudo comprobar, sin quererlo, cuando bajó su otro pie y rozó con el mi polla. Se turbó y su primera reacción fue mirar a su marido que aún dormía placidamente en el sofá.
Como sabíamos que no iba a pasar nada serio, tomé sus pies y después de besarlos con suavidad se los bajé hasta ponerlos entre mis piernas, rozándome los testículos. Ella hizo lo mismo con los míos. En toda la noche nunca estuvieron nuestros pies tan calientes.
Eran las 00.10
David se despertó en el momento justo en el que mis pies comenzaban a jugar con su entrepierna.
El ser humano es excepcionalmente listo cuando hay momentos de tensión, así que ni Sonia ni yo nos movimos un milímetro, la manta haría el resto.
- ¿Qué, parejita, que hacéis? – Preguntó David frotándose los ojos
- Pues viendo un poco la tele y hablando bajito para no despertarte – Contestó su esposa con mis pies en su entrepierna.
David se incorporó y en ese momento supe que la noche del “no pasará nada serio” se iba al garete.
Pero el “es así” Se levantó y empujando a Sonia para que se acercara a mi, se sentó a su derecha, dejando a su mujer en medio de los dos. Allí se acurruco sobre su hombro y Sonia del peso tuvo que apoyar su mano izquierda donde primero pudo y donde primero pudo fue en el sofá, entre mis piernas y a escasos milímetros de mi poya. David, aún jugando se dejó caer sobre su mujer y esta se dejó caer sobre mi.
Risas (de David)
Ahora la escena era de David recostado sobre el costado de su mujer, esta acostada entre mis piernas y yo muy excitado.
Haré el inciso para explicar por que de mi excitación: Nada me unía a Sonia, excepto una gran amistad, no estaba enamorado de ella y no sentía celos de su matrimonio con David, los quería y punto. Mi excitación se basaba en la expectativa de ver a una amiga disfrutar o ser “tocada” por dos hombres. Soy así.
Logré poner mis manos en los hombros de Sonia, mientras David ya descansaba plácidamente sobre su vientre. Sonia tomó una de mis manos y se la llevó hasta su cuello, yo comencé a acariciarle tiernamente la nuca. Cuando David se volvió a dormir levemente, pasé mi otra mano a acariciar su cara, acariciando sus pómulos hasta llegar a sus labios los cuales rocé con mis dedos. Sentí su temblor al notar mi mano recorriendo sus labios. Miré a David que dormía de nuevo con una mano escondida bajo su cuerpo y con la otra metida por dentro del pijama sobre un pecho de su mujer. Eso me excitó aún más.
Sonia abrió la boca y me dejo entrar con un dedo, sacó su lengua y lo rodeó y lamió. Tuvo que notar como mi polla comenzaba a trabajar de nuevo, puesto que yo notaba como le rozaba su espalda. En un acto de lujuria (el primero de la noche) Sonia acarició la cabeza de su marido, mientras su lengua lamía aún mi dedo índice. Se sentía bien y estaba excitada, eróticamente estaba entre dos hombres. Huí de su boca y bajé mi mano hasta su pecho libre. Lo acaricié despacio y con cuidado por encima del pijama, su pezón estaba muy duro, me moría de ganas de probarlo, pero no quería que pasara nada serio.
Oía la respiración de mi amiga entrecortada y profunda, supuse que se estaría mordiendo su labio, puesto que su marido y yo estábamos disfrutando de sus pechos de manera muy distinta pero igual de disimulada.
Me sorprendió ver el pijama de David con una considerable erección. Intenté recordar si los hombres nos empalmamos cuando estamos dormidos, justo cuando Sonia llevó su cabeza hacia atrás y me besó el cuello, suavemente, sin hacer apenas ruido. Esto me llevo más allá incluso. Veía la mano de David moverse dentro del pijama de Sonia, sobándole el pezón, mientras yo se lo acariciaba suavemente por encima de la camiseta.
Me pregunté si David estaba despierto (y estaba seguro de que lo estaba) ¿por que no le decía a su mujer que se fueran a la cama y allí se la follaba como se merecía? No me importaba la respuesta, sabía que no íbamos a llegar a nada más serio que esos toqueteos así que me arriesgue un poco más y con la mano que estaba en el hombro de Sonia comencé a buscar su boca de nuevo y esta vez no quería besitos, quería que me chupara. Ella lo entendió así y comenzó a hacerme una buena mamada al dedo anular.
Ahora su marido estaba sobándole un pecho por dentro de su pijama, yo estaba con el otro por fuera y ella me estaba chupando el dedo de tal manera que si lo estuviera haciendo a cualquiera de vuestras poyas (en el caso del lector hombre) ya os habríais corrido.
A mi no se me ocurría nada más, simplemente disfrutar de esta escena y pajearme como un loco en cuanto me fuera a la cama. Pero a David si, “el es así”.
Se incorporó haciéndose el dormido remolón y se reclino sobre la parte derecha del sofá, trayendo hacia sí a Sonia la cual quedó perfectamente sentada en el sofá, entre nosotros dos de nuevo. David cogió la manta y nos tapó a todos de nuevo, no fue suficiente: pude notar como llevaba la mano de su mujer hacia su entrepierna y como está poniéndose muy colorada comenzó a buscar algo.
Ahora yo solo podía disfrutar del espectáculo que me ofrecían mis dos amigos. “Mejor que nada” pensé.
Pero este no era el plan. Sonia me miraba con ojos de pedir algo. Y arriesgándome a que todo se fuera al carajo, me acerqué un poco y noté como su mano izquierda buscaba algo entre mis piernas. Cuando lo encontró lo acarició, lo sacó de su pijama y comenzó a menearla. David estaba con los ojos abiertos mirando a la televisión mordiéndose el labio inferior, Sonia miraba al más allá con la boca entreabierta y yo los miraba a ambos.
A estas alturas de la noche (00.50) todos sabíamos que estábamos haciendo.
David “es así”. Destapó su lado de la manta y dejo ver su gran polla masajeada por la mano de su esposa. Sonia paró por unos segundos y le miró, me miró… y no supo lo que hacer. David le enseñó el camino.
Nadie hablaba.
David le tomó la mano y llevo a Sonia hasta que pudo tomarle la cabeza y bajársela con cuidado para que le aplicara una mamada. Sonia se dejó hacer. La chica estaba entre asustada, avergonzada y muy excitada.
Cuando comenzó a chupar el aparato de su esposo, esté le tomo la cabeza y me miró.
- Quítale los pantalones – Me ordenó en voz baja
Aprovechando la postura a cuatro patas de Sonia, le baje el pijama hasta las rodillas pudiendo ver su coño depilado, palpitante y su precioso culo en pompa delante de mi. La primera reacción de mi amiga fue taparse con una mano poniéndosela entre sus piernas.
Mi polla palpitaba fuera de mi pijama y no deseaba otra cosa que entrar en su coño… o donde fuera.
David tomo las manos de su mujer y se las llevo hasta sus tetas. Sonia comenzó a chupar más rápidamente mientras que con una mano se apoyaba y con la otra se automasajeaba las tetas. La escena e pareció tremendamente excitante.
Me incorporé como pude y acerqué mis labios a las nalgas de Sonia. No vi la cara de David, pero su “mmmmmm” me delataba que lo que yo iba a hacer le estaba excitando bastante. Con mis dos manos tome su culo y comencé a besarlo y lamerlo. Notaba el movimiento de su cabeza arriba y abajo en todo su cuerpo, eso me excitó aún más. Llegué al ano y no pude más que lamerlo, Sonia trató de gritar pero le era difícil con la polla de su marido en la boca.
Le estuve comiendo su culo varios segundos hasta que pensé que tenía que probar el coño.
Bajé mi boca y comencé a trabajarlo.
Sonia se convulsionaba suavemente con cada embestida de mi lengua.
No tardó en correrse en mi boca, mentó a Dios un par de veces y un par de “joder” antes de sentarse y decirnos a los dos: “Por favor folladme” mientras se quitaba del todo los pantalones y la camiseta….
(Continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Firma en frío