9 ene 2010

Futuro impar (II)



David seguía con su media sonrisa, yo seguía muy excitado, no sabía bien que hacer. Allí estábamos los dos amigos con la mujer de este ya totalmente desnuda en el sofá, abierta de piernas, mordiéndose los labios y las manos medio entrelazadas sobre su pecho con una mezcla de vergüenza y de puro vicio.

David atacó, el es así.

Se acabó de quitar el pantalón del pijama y se acercó a Sonia, se paró entre sus piernas y allí su mujer comenzó a chuparle la polla, muy dura, muy mojada. En esa postura yo no podía interactuar de ninguna manera, así que decidí quedarme donde estaba sobándome mi excitado paquete por encima de mi pijama mientras veía como mis amigos tenían esa sesión de sexo oral.
Lo extraño es que David se corrió enseguida, lo supe por sus espasmos y por los esfuerzos de Sonia en tragarse su leche caliente. Su marido le separó la cabeza de su miembro y a continuación tomo a su mujer de la mano y la colocó de tal manera que quedo tumbada sobre el reposabrazos del sofá, boca abajo, con el culo en pompa y a la altura justa de nuestras entrepiernas.

No hizo falta decir más.

David estaba al lado de ella, acariciándole el culo, yo me acerqué con los pantalones ya abandonados en el suelo y sin que dijéramos nada, mi amigo abrió los labios del coño de su esposa y yo dándole las gracias a modo de asentimiento se la clavé.
Sonia dio un respingo de sorpresa y de placer. David dejó los labios sueltos y retrocedió un par de pasos, su polla aún brillaba bajo la tenue luz de la televisión aún encendida. Yo mientras tanto de píe y cómodamente movía mis caderas para tratar de insertar hasta el final mi polla en el húmedo coño de Sonia. Esta gemía suavemente. Después de algunos minutos follándola David apareció a mi lado y suavemente me obligó a retirarme de su posesión ocupando con su miembro mi lugar.

Siempre me gustó ver la cara de la mujer obteniendo placer, es una especie de fetichismo que no puedo remediar. Procurando pasar desapercibido me moví hasta lograr ver la cara de Sonia, rota por el placer, cerraba los ojos con fuerza en cada embestida de su marido, se mordía los labios en cada oleada de placer, se le encendía las mejillas y, algo que no había visto hasta ese momento, sacaba la lengua en punta, como una perrita queriendo lamer algo.
Me puso más cachondo aún si cabía.

David se retiró cuando me vio aparecer a su lado y, cómo no, ocupé su lugar de nuevo. Así estuvimos bastantes minutos, Sonia se corría ya casi una vez con cada uno de sus amantes. Al final con cada corrida ya parecía que lloraba. El placer era demasiado intenso. Para no corrernos nuestras las embestidas eran cada vez más cortas, llegando a ser de unos diez empujones de pelvis cada uno. Esto la excitaba aún más. Sentir dos pollas tan seguidas... tan diferentes.

David y yo no podíamos más, exaustos y con las pollas doliéndonos de la excitación sin premio, decidimos dejar descansar a Sonia que a duras penas se sentó en el sofá con las piernas cruzadas tratando de relajar su placer y su cuerpo.

En la TV... en la TV no se que ponían.
Eran más de las 3 de la madrugada.



"Venid" susurró Sonia. Eran casi las primeras palabras que alguno de los tres pronunciaba esa noche (No cuentan las que decía Sonia mientras se corría una y otra vez)

Nos acercamos a ella, los dos indefensos, desnudos, sudados, de pie delante de ella.
Nos hizo sentarnos uno a cada lado y allí comenzamos a chuparle las tetas, como dos bebés hambrientos, con cuidado y ternura, sin mordiscos, lamiendo y chupando. Ella recostó la cabeza hacia atrás y disfrutó de dos bocas para sus dos pezones.

Nuestras pollas estaban de nuevo tiesas y calientes y ella lo vio.

Separándose de nosotros se colocó encima de David con su polla apuntando a su culo. Debido a las corridas anteriores y a la humedad del nabo de su marido comenzó a entrar por la cueva más íntima de su mujer. Estoy seguro de que no era su primera vez, ni le dolió ni se arrepintió cuando con ella dentro comenzó a moverse en círculos con la polla de su marido en su ano.

Me tomó de la cintura y puso mi polla a la altura de su cara y allí en esa posición con su marido perforándole el culo y sobándole las tetas comenzó a chupármela como una perra sedienta.

Con una mano me acariciaba los huevos, con la otra se masturbaba suavemente el clítorix. Estaba en el octavo cielo.

Se volvió a correr, traté de separarme de su boca puesto que entre sus gemidos y su mamada yo también me venía, pero no me dio tiempo. Me empecé a correr en su boca.

No le importó.

Con una polla taladrándole el culo y otra dándole de beber Sonia se corrió de nuevo. Si la cuenta de sus gemidos no me fallaba era su noveno orgasmo.

Me apartó como pudo y con cuidado se separo de su marido, se arrodilló entre sus piernas y pajeando a David se la comenzó a chupar. Este no tardó en correrse, ella lo bebió todo de nuevo, mientras David subía sus caderas loco de placer.

Sonia se separó como pudo y se tumbó en la moqueta del salón, desnuda, con el pelo alborotado, sudada, cansada, casi muerta.

Eran casi las 5 de la madrugada.

A las 11.00 del sábado un olor a café me despierta del sofá. Solo con el pantalón del pijama entro en la cocina.

- Hola! - Me dice Sonia con una sonrisa en la boca - ¿Quieres un café? - Me pregunta.

No me cuadra, ¿que pasa aquí?, ¿ha pasado algo o lo he soñado?
Le digo que sí mientras me vuelvo a asomar al salón buscando pruebas de que no ha sido un sueño.

Y las encuentro: La alfombra tiene unos bonitos y secos lamparones de algo blanquecino.

Vuelvo a la cocina y me siento. Observo a Sonia con sus pantalones ultra-ajustados de pijama, con ese fantástico culo y con el pelo alborotado, "me gusta" pienso.

- David bajó a por el periódico, vendrá enseguida - Me dice mientras me sirve la taza de café.
- ¿Estás bien? - Le pregunto.
- Muy cansada, no he pegado ojo toda la noche - Me responde con voz algo avergonzada.
Sonrío y ella me acaricia la cara con ternura.
- Quizás hoy nos quedemos otra vez, nuestra casa esta muy fría aún - Me dice en voz baja


Fin

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