¿Por qué no regalárselo?
¿Por qué no aceptarlo?
Era su cumpleaños y a Cloe le habían prometido “ese regalo”. Sus dos amigos, de los mejores, de los que da gusto estar con ellos en cualquier situación. Pero esta situación que le regalaban era nueva, era más que nueva, era escandalosamente excitante y apetecible. Tantas conversaciones sobre fantasías sexuales, tantas tardes hablando abiertamente de sexo……
Su novio no estaba al tanto de esa oferta, pero tampoco tenía porque estarlo. Sería un regalo, una noche, una aventura sin más y al día siguiente solamente los recuerdos y las imágenes para las masturbaciones en solitario que llenarían su mente para toda la vida.
“Si, acepto, lo quiero” les había dicho. Aún dudaba, pero allí estaba, en su casa, esperando que llegaran las 22.00 y que los dos picaran a la puerta para regalarle lo prometido.
“Ding, dong”
Se estremeció y se levantó del sofá como pudo, temblando, con más nervios que excitación, ya no había vuelta atrás… o si, pero no pensaba en ello.
Los dos amigos entraron, el brillo de sus ojos denotaba ligera embriaguez, pero eso a ella ahora le importaba poco, es más a ella también le gustaría estar algo “achispada”.
Ella dio dos pasos hacia atrás cuando ellos se le acercaron, temiendo que las cosas no fueran como le habían prometido, pero ellos se acercaron y simplemente, uno después del otro le dieron un pico en los labios. Era un gesto muy común, pero hoy fue más caliente y excitante que las otras veces, al menos para ella.
“¿Lista?” le preguntó uno de ellos.
El miedo se apoderó de repente de ella, no quería, estaba engañando a su novio, estaba a punto de romper una buena amistad con sus dos mejores amigos. Miedo, miedo a lo desconocido, miedo al dolor…. Miedo.
Una mano en su cintura, otra en su hombro, otra en una nalga, otra en su cuello. Cuatro manos para ella.
El miedo dejaba paso al nerviosismo.
Unos labios en su cuello
Unos labios en sus labios
El nerviosismo dejaba paso a la excitación.
“Tranquila pequeña Cloe, solo disfruta, es tu regalo” palabras en su oído que la relajaron y que le aflojaron sus rodillas.
Los labios en sus labios abrieron su boca, e introdujeron su lengua en ella. Un acto reflejo hizo que ella comenzara a jugar con la suya también. El beso pasó a ser un “morreo” en toda regla.
Las otras dos manos de su espalda, comenzaron a desabrocharle el cinturón del pantalón, el botón y a bajárselo lentamente.
Cloe comenzó a gemir en la boca de su primer amante.
El de la espalda, baja besándole y lamiendo la espalda, llega hasta su tanga y se lo baja, ella le ayuda y levanta los pies para quitarse del todo el pantalón y la íntima prenda. Nota dos manos calientes en sus nalgas, como las abre y como una furtiva y caliente lengua se abre paso entre ellas.
Cloe tiembla, se separa de los labios de su amante y suelta un gemido entre asustado y placentero.
Instintivamente se abre de piernas.
La lengua está empezando a introducirse por su sexo, por detrás, como a ella le gusta. Cierra los ojos y empieza a notar como otras dos manos le están quitando la camisa, como le abren el sujetador y como queda totalmente desnuda, entre dos hombres.
Lengua en su sexo, martilleando, penetrando, haciéndola temblar.
Otra en sus tetas, chupando, lamiendo, mordiendo.
Los gemidos ahora ya son grititos de placer, ya no hay miedo, solo ganas de sexo.
Oye algo, las dos bocas se separan de ella, la guían hasta la cama y la sientan. Los dos amantes, amigos, regalos, se separan de ella y comienzan a desvestirse, a desnudarte, sin prisa, mirándola fijamente y con caras de impaciencia. Ella se da cuenta y se abre de piernas, poniendo cara de niña buena, de niña asustada, mientras observa como las dos pollas de sus amigos comienzan a crecer.
“¿Quieres?” le preguntan.
Se acercan a ella, de pie los dos. Cloe no sabe que hacer, dos estacas de carne la apuntan sin piedad. El primero toma su cabeza suavemente y la empuja hacía su sexo. Ella abre la boca un poco, un poco más, más…. Hasta que le entra toda su verga.
Caliente
“Dios mío, que estoy haciendo” Cloe no pregunta, Cloe afirma, le gusta.
El segundo toma su mano y se la lleva a su sexo, mas grueso, igual de duro, Cloe comienza a masturbarle.
El mundo desaparece, solo hay dos vergas, para ella…. Y le gusta.
Toma conciencia de que va a gozar y tiene que hacer gozar, se intercambia las pollas de boca a mano y de mano a boca. Una, otra, una, otra, hasta que el deseo y la excitación, le vence y llega un momento que le hace masturbar a las dos a la vez, mordiéndose el labio, mientras mira a sus amigos a la cara.
Ya no puede más. Intenta en vano meterse las dos vergas en su boca, no puede, se desespera. Cloe respira fuerte, grita, jadea…. Está volviéndose loca.
La separan de ellos.
La ponen a cuatro patas y uno de ellos pasa atrás, Le da un pequeño azote en el trasero.
“¿Te gusta el regalo, Cloe?” Le pregunta
“Calla y fóllame de una puta vez” Grita Cloe desencajada.
Los dos amigos se ríen.
Cloe goza como nunca había pensado que lo podría hacer, los miedos han dejado paso al placer puro, al vicio y al deseo.
No recuerda ni como se llama su novio.
Mientras una polla penetra sin parar en su coño y la otra le folla la boca, Cloe piensa que esto no esta bien…. Pero el placer es demasiado.
“Mañana será otro día” Piensa Cloe mientras se deja hacer por las dos pollas, las dos bocas y las cuatro manos.
Feliz cumpleaños
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