3 ago 2009

Aprobadas

Y yo me preguntaba que sería de mi vida sin ella.

Lo que estaba claro es que la vida tenía que seguir, que su marcha era algo cantado desde hacía mucho tiempo. La sociedad, la diferencia cultural, el simple hecho de que nuestros gustos sexuales hubieran sido tan… ¿"soeces"?, todo esto no eran buenos puntos para un futuro prometedor:



Os preguntares quienes somos y que hacíamos; la respuesta es fácil. Yo soy profesor de universidad y ella era una alumna.

Todo empezó en una de las sesiones de reclamación de exámenes. La verdad no sé porque venía, no aprobaba nunca nada y apenas asistía a clases…. curiosamente, solo a la mía. No lo llamen prepotencia, pero uno con sus años ya sabe cuando una chica o mujer está interesado en el.

Esa misma tarde, después de decirle más o menos que con solo la firma no había mucho que subir su nota: tocándome la rodilla me sugirió que si le aprobaba podíamos llegar a un acuerdo.

No seamos falsos, si a cualquier profesor ya casado desde hace tiempo ya le viene una chica de 21 años que se puede describir como: "ángel de ángeles", alguien diría que no?... lo dudo mucho.

Salimos ya tarde y nos fuimos a mi casa. Yo en mi adulta concepción de la "cita2 romántica, puse algo de música y prepare unas copas de vino. Ella en su definición de "cita" me espero en el salón solo con su sujetador y su pequeño tanga.

Dejé las copas en la mesa y me acerqué. No niego que estaba nervioso, mi mujer y mi hijo estaban fuera por unos días y yo estaba solo, así que los nervios serían por tener a ese cuerpo de precioso marfil cerca de mí y a mi disposición.

La fui a besar pensando que en estos tiempos aún se llevaban estas cosas, pero me quito sus labios y simplemente me desabrochó el cinturón y los pantalones. Me bajo la ropa interior y se arrodilló. Supuse que sus prisas eran por que ella estaba allí para que la aprobara, no para tener una aventura romántica. Mi miembro comenzó a extenderse en toda su longitud y latitud. Confieso avergonzado que hacía muchísimo que no tomaba esas dimensiones y menos con tanta rapidez; pero sus lametones y chupadas estaban haciendo estragos en mi sangre, la cual iba toda a parar al mismo sitio.

Después de pocos minutos, decidí tomar cartas en el asunto y con un leve empujón, la recosté en el sofá. Me dio la sensación de que no estaba cómoda y le pregunte sin más miramientos:

¿Tú has venido aquí solo a chuparme la polla y que te folle, para aprobar la asignatura?

A lo que ella me respondió, bastante avergonzada:

Pues si, es la primera vez que lo hago y si te "pillé" a ti, es por que eres el más atractivo de todos. Así que vamos a follar y a que me apruebes.

No sé si su contestación me dolió o me halagó. Pero la luz me vino, como la sangre a mi miembro:

Tu aprobarás, pero vas a salir de aquí con un buen polvo.

Le quité el tanga (precioso, por cierto) y le abrí las piernas.

Su sexo totalmente depilado desprendía calor y eso me tranquilizó.

Comencé a lamer con cuidado, como hacía mucho que no lo realizaba, degustando todos sus sabores y temblores.

Sus suspiros se transformaron en grititos de placer y estos gritos en frases nada académicas "¡Dios, métemela ya!"

Así lo hice.

Me sorprendió gratamente ver como mi miembro aún mantenía la constancia que ella había dejado.

Se abrió aún más de piernas y mordiéndose el labio inferior me invito con sus ojos a que la penetrara….

No – Le dije

Me incorporé y le tome la mano, la levante y la puse a cuatro patas sobre el suelo y con los brazos y la cabeza apoyados en el sofá.

Le abrí las piernas y con mis dedos sus labios.

"Como un cuchillo cortando mantequilla"…. Es la frase que mejor definiría como entró mi miembro en su cuerpo.

Supongo que así era como ella lo hacía habitualmente, pero sus gritos comenzaban a asustarme. Me adelante y puse mis dedos en su boca. Ella debió pensar que era para que los chupara debido a su excitación, pero mi idea era intentar bajar sus chillidos….. debidos a su excitación… que ironía.

Su mano derecha bajo hasta encontrar su clítoris, y casi mi propio pene. Noté como empezaba a masturbarse mientras yo seguía penetrándola, cada vez más salvajemente, dejándome llevar por sus gritos, ahora gruñidos, con dos de mis dedos en su boca.

Dejo de masturbarse y su mano, comenzó a golpear el sofá, una vez, otra, otra, hasta que sus dientes mordieron con tal fuerza mis dedos que tuve que retirarlos de su boca.

El grito de placer fue ensordecedor. El mío, seguido al de ella… casi lo fue más.

La despedida fue más o menos normal, como una simple aventura de una noche, que en realidad fue lo que ocurrió. Solo me llevé un mal sabor de boca porque la vi irse bastante seria, cohibida o como quieran llamarlo.









El lunes siguiente, a la hora de las "reclamaciones", apareció de nuevo por la puerta de mi despacho. La vi, bajé la vista rápidamente y solo pude decir que estuviera tranquila, que estaba aprobada. No escuche nada y levanté la vista.

Esta es mi amiga y aunque ella si está aprobada, quiere subir un poco más la nota –

No puede ser….

En un abrir y cerrar de ojos, y sin recordar en absoluto si hablamos de algo en mi coche o no durante el trayecto, me encontré en el salón de mi casa poniendo tres copas de vino, pero sin poner música.

La chica nueva (no recuerdo su nombre, lo siento) era todo sonrisas, no se si por nervios o porque ella si sabía a que venía y sabía que si podía pasarlo bien.

La situación fue diferente, me senté en medio de las dos y traté de sacar conversación. Quizás mi edad o rango, trataban de calmar el tema y que las cosas fueran por un camino más racional…. Pero no.

En cuanto yo acabé de decir que mi asignatura era de las más fáciles de la carrera, la antigua llevó su mano hacia mi entrepierna, mientras que la otra, me giró la cabeza y comenzó a besarme. Solo logré pensar durante pocos segundos y fue algo así como: "Vaya, a esta si le gusta besar".

Lo siguiente que recuerdo es a dos Diosas universitarias, arrodilladas entre mis piernas, solo con su ropa interior y turnándose para chupar mí "a punto de explotar" pene.

Mis manos estaban ocupadas encima de sus cabezas y mi cabeza estaba ocupada viendo el estucado veneciano de la pared de mi izquierda. No piensen que no me gustaba, el pintor había realizado un trabajo soberbio, pero si miraba hacía abajo, lo más seguro es que sus notas subieran al ritmo que mis fluidos por sus bocas, o sea, muy rápido.

Decidí pararlas antes de que se derramara el doloroso y final líquido de mi eyaculación.

Nunca había estado en esta situación, pero al parecer la nueva chica si. O eso, o su mente estaba mas fría que el Ártico.

Túmbate – Me ordenó.

Así lo hice.

En el suelo, boca arriba, durante algunos segundos me sentí ridículo, pero unos labios perfectamente rasurados vinieron a ayudarme. La (vamos a llamarla así) del suspenso se puso de rodillas, poniendo encima de mi boca su ya conocido sexo. La (siento no acordarme de sus nombres) del aprobado simplemente comenzó a introducirse mi sexo en su cuerpo.

Durante varios minutos estuve bebiendo literalmente los conocimientos internos de una de mis estudiantes, mientras que la otra (supongo que muy experta en estas lides) me cabalgaba a un ritmo muy lento. Cosa de la que me alegré, porque si no hubiera sido así, la pequeña "partuez" hubiera acabado demasiado pronto.

Mi alumna del suspenso, comenzó a gritar como si estuviera siendo violada por una tribu entera de batusis hambrientos de mujer rubia. Esta vez mis manos no llegaban a su boca, así que, aún a riesgo de que los vecinos llamaran a la policía, dejé que cantara su versión de la Traviata.

La "aprobada" debió notar que mi respiración comenzaba a ser muy agitada y paro de cabalgarme. Dudo si ella legaría al orgasmo, pues no la escuché gritar ni gemir, pero teniendo en cuenta que su amiga era como una de las sirenas del Titanic, no lo puedo asegurar al cien por cien.

Se levantó e hizo que su amiga se levantara de mi cara.

¿Vas a correrte enseguida? – Me preguntó

Pues si, pocos hombres no lo harían a estas alturas – Contesté yo algo avergonzado.

Te equivocas "profe" – Me respondió con una sonrisa mezcla de picara e inocente.

Me acerque a ellas y tomándola por los hombros, llevé al suelo a la suspensa y me tumbé encima de ella, para realizar un "sesenta y nueve".

Se dejó llevar. Hoy por hoy, yo creo por el vicio y por lo que estábamos haciendo, ella hubiera aceptado cualquier locura.

Así que comenzamos a lamernos y a chuparnos.

Yo suponía que la "aprobada" no esperaría sentada…. Acerté.

Comencé a notar como una lengua empezaba a lamer mis genitales e incluso más arriba de ellos. Confieso que era la primera vez que sentía una lengua lamer mi ano. Pero también les confieso que si alguna vez pueden probar como una mujer les chupa el pene, mientras otra hace lo propio con su ano… no dejen de hacerlo.

Ni estucado, ni asignaturas, ni nada de nada. En solo dos minutos mi clímax me superó y derramé todo mi líquido en la boca de mi alumna, a la vez que ahogaba mi grito metiendo mi lengua hasta lo más profundo de su sexo.

La despedida de esa tarde, fue algo más normal, les dije que pasaran por mi despacho mañana y que se harían los cambios oportunos.

Comencé este relato diciendo que las rupturas son dolorosas, y lo son damas y caballeros, lo son.

Solo un miserable aprobado y un notable, hicieron que nunca más viera a mis ninfulas, a mis lolitas, a mis estudiantes. Y aunque trato de olvidarlas, hay días en que no puedo más que suspender a chicas de mi curso y probar suerte de que alguna de ellas me pida subir nota.

Hasta hoy, no he tenido suerte.

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