29 ago 2009

Paula

Paula.

Pau, así decía que le gustaba su nombre.

Pau se perdió en la despedida de soltera de una amiga.

Pau es una chica de 26 años, de 1.72, morena de pelo liso y de cuerpo casi perfecto. Tiene esas caras que llaman la atención de lo bonita que es. Y un carácter muy fuerte.

Pau tomó el camino "extraño" de la vida cuando descubrió a Carlos. Carlos era un chico negro, un stripper gigoló que se folló a Pau en la ya famosa despedida de soltera.

El hecho de enamorarse de Carlos supongo que influiría en el hecho de que se fuera a vivir con el. El hecho de que a Pau le gustara el sexo también influiría en su decisión.

Pero Pau tenía un problema que no podía ver: Carlos era un hombre peligroso, un egoísta que solo le movía el dinero y el vicio. Las amigas de Pau se lo habían avisado. Le dijeron que se lo pensara mientras ella hacía la maleta y salía por la puerta del piso que compartía con Sara.

Pero Pau no hizo caso… y Pau se perdió.

La primera semana de convivencia, Carlos trató a su nueva novia con cariño y respeto, la invitó a cenar, la llevaba de paseo, hacían el amor todas las noches… en otras palabras la conquistó.

La segunda semana Carlos le dijo a Pau que tenía una fiesta en una discoteca conocida de la ciudad y que tendría que baliar para un grupo de turistas. Pau aceptó y le dijo que si podía acompañarle. Carlos le dijo que sí pero que no se molestara si surgía sexo con alguien.

Pau aceptó sabiendo cual era el trabajo de su novio.

Esa noche Carlos le eligió la ropa a Pau. Le saco un vestido de tubo blanco, muy apretado, con la espalda al aire y muy muy corto.

La discoteca estaba abarrotada y la música salía de todas partes, atronadora. Carlos saludó efusivamente al que parecía el encargado y señalando a Pau los dos cruzaron una mirada de complicidad.

El chico acompañó a Carlos a un reservado y tras un par de minutos el chico volvió y se acerco a Pau.

Hola preciosa, me dice Carlos que si quieres ver el espectáculo que vengas conmigo –

Pau aceptó confiada, valiente.

Caminaron los dos hacía una parte más oscura del local y acabaron en un pasillo estrecho con un gran cristal que daba a una sala. En la sala había una mesa alargada con gente alrededor. Tenían pinta de turistas no eran jóvenes, entre 40 y 50 años, hombres y mujeres bebían en torno a la mesa. Carlos y una rubia platino bailaban semi desnudos encima de la mesa. El llevaba un tanga blanco, ella otro negro y un pequeño sujetador.

Pau sintió una punzada en su estómago. Una mezcla de celos y excitación.

Carlos es un fiera haciendo su trabajo, tienes suerte de estar con el – Le dijo el encargado a Pau en el oído.

Pau solo pudo girar el cuello y asentir medio sonriendo.

La gente de la mesa se divertía, no paraba de beber y jaleaba a la pareja. Carlos quitaba el sujetador a la rubia y dejaba sus dos grandes y sospechosamente antigravitatorios pechos de su compañera. Carlos comenzó a sobarlos desde detrás, ella subía sus brazos y se contoneaba de placer. La gente comenzaba a arremolinarse en torno a ellos. Las mujeres intentaban tocar al chico negro y los hombres intentaban hacer lo mismo con la chica.

Pau sintió el aliento del otro chico muy cerca de su nuca. Curiosamente la excitación estaba ganando terreno a los celos y Pau sentía hormigas en su estómago.

Carlos tiene suerte de estar con una chica tan preciosa y caliente como tu – Le dijo a Pau rozando sus labios con su oreja

¿Te ha dicho que soy caliente? – Le respondió Pau ruborizada mientras la rubia del otro lado del espejo comenzaba a bajarle el tanga a su novio.

Me ha dicho que follas como los ángeles – Le dijo el chico mientras le acariciaba su espalda.

Pau no sabía que hacer, tenia ganas de entrar en la sala y arrancarle el pelo a la puta que estaba desnudando a su novio, pero también sentía la necesidad de entrar en la misma sala y chuparle la negra polla a su chico.

Pero la que se le adelantó fue la pequeña rubia. Una vez que Carlos estaba desnudo y con los brazos de la gente subiendo por ambas piernas, la chica se hizo un hueco y colocándose entre las piernas de Carlos se llevo su ya bastante grande miembro a la boca.

Pau no pudo más y viendo como la negra carne desaparecía en la blanca piel de la chica, inclinó su culo hacía su acompañante en un acto tan automático como sexual. El chico la tomo con la mano izquierda por su cintura y con la derecha buscó rápidamente su entrepierna, ya muy húmeda.

Pau apoyó sus dos manos en el cristal que separaba las dos salas y abrió más las piernas. El chico, con una sola mano, bajo su tanga y comenzó a masturbarla con su mano derecha, mientras con la izquierda buscaba uno de sus bonitos pechos.

La rubia estaba arrodillada frente a Carlos chupando lentamente la ya gran y ancha polla de Carlos, mientras tres o cuatro manos furtivas acariciaban su culo. Las piernas, el culo y los huevos de Carlos eran sobadas por prácticamente todas las mujeres de la sala.

Pau ni siquiera parpadeaba, mientras los dedos de su acompañante la masturbaban con mucha precisión, ella miraba a su novio. Ahora el mástil de Carlos había sido separado de los labios de la rubia y su polla pasaba de boca en boca de las mujeres de la sala. El, sudoroso, solo trataba de que hubiera un orden pero seis o siete bocas sedientas de carne negra eran imposibles de controlar. Su compañera, pequeñita y rubia, solo pudo tumbarse boca arriba y dejar que los hombres la lamieran, sobaran, masturbaran e hicieran con ella lo que quisieran.

Pau se corría una y otra vez, los expertos dedos de su amante no paraban de introducirse en su mojadísimo coño y a continuación le masajeaban su clítorix hasta hacerla doblar sus rodillas de placer. Ella no perdía vista de la orgía que le ofrecía su novio y su menuda acompañante.

La polla de Carlos iba de boca en boca, las señoras apuraban las chupadas de su chico mientras a la pequeña acompañante la habían puesto sobre la mesa boca abajo, con las piernas colgando y su pecho contra la caliente madera. Los hombres comenzaron a turnarse mientras follaban su coño, uno tras otro, casi empujándose para metérsela.

Pau notó que el chico le levantaba la falda hasta la cintura, con el tanga en los tobillos totalmente estirado debido a su abertura de piernas, se dejaba hacer mientras veía la polla de su novio desaparecer en las bocas de esas mujeres. El chico sacó su polla y buscó con sus manos los labios de Pau para abrírselos, una vez abiertos, meter su polla fue algo muy fácil debido a la humedad que impregnaba todo el coño de Pau. Está se dejaba hacer, gimiendo y respirando con fuerza

Dios, que buena estás – Le susurró al oído

Métemela… – Pudo decir Pau

Apoyó su cabeza contra el espejo que les separaba de la otra sala. Y así el chico comenzó a follarla fuertemente.

Carlos tuvo que separar a las mujeres de su polla y logró ponerse detrás de la rubia, con un elegante gesto apartó a los hombres que la estaban taladrando y fue el él que empezó a follarla, con dureza, sacándole pequeños gritos de placer cada vez que la empujaba hacia dentro.

Pau se corría de nuevo, justo cuando notaba el calor del semen de su follador en su coño. El chico la tomaba por su morena melena y tiraba de ella. La mezcla de placer y dolor era demasiado. El chico se estaba corriendo salvajemente, mientras Pau gritaba en un jadeo semi ahogado.

La rubia comenzó a temblar mientras Carlos seguía follándosela salvajemente. La menuda acompañante tenía agarradas con sus dos manos sendas pollas, no las masturbaba, simplemente las tenía sujetas.

Carlos sacó su polla del chorreante coño de su compañera y ella, como una actriz porno acercó su cara a la polla mientras el se masturbaba. Con un gran jolgorio del público, Carlos comenzó a correrse y la pequeña rubia abría la boca para recibir los chorros de leche caliente del negro, que tragó con avidez.

Pau miraba la escena, entre suspiros de post-placer, mientras el chico sacaba la polla de entre sus piernas.

Eres una fierecilla, vas a llegar lejos – Le dijo mientras se limpiaba la polla con un pañuelo y se volvía a subir sus pantalones.

Con el mismo pañuelo, limpio su propio semen de las entrepiernas de Pau, mientras ella, absorta, miraba como algunas mujeres limpiaban la polla de su novio. El chico le subió el tanga y le devolvió el ajustado y corto traje como pudo a su posición natural, dejándolo ligeramente elevado a la altura del culo y quedando este asomando por debajo del vestido.

La tomó de la mano y los dos salieron del oscuro pasillo. Ella parecía cansada, una mezcla de shock y post-orgasmo.

Carlos apareció de la mano de la rubia, riendo los dos. Vio a Pau y sin soltar la mano de su compañera, se inclinó y beso en los labios a Pau.

Ya he acabado, nos vamos a casa – Dijo Carlos con un tono que parecía más una orden que un aviso.

Que guapa es, Carlos – Dijo la rubia mirando a Pau

Y va a ser una buena compañera, ya verás – Sentenció el chico.

Los tres se encaminaron hacía el pequeño despacho que tenía el en cargado. Allí este dio a Carlos y a la rubita un sobre y se despidió con un "Cuida bien a ese chochito, Carlos, es una mina"

Todos se rieron menos, Pau.

Los tres salieron y tomaron un taxi. A mitad de trayecto, Pau vio como la rubia tenía apoyada la mano en la pierna de Carlos, muy cerca de su paquete, esta volvió a la vida y colocó la suya en la otra pierna a la misma altura.

Carlos la miró y sonrió. La rubia vio el movimiento de Pau y sin pensárselo tomó su mano y la colocó encima del paquete de su novio.

No te celes tontita, esta noche será tuyo – Dijo en voz baja la rubia

Pau se mordió el labio inferior y asegurándose de que el taxista estaba pendiente de la carretera, abrió el pantalón y sacó su polla. Siempre mirando hacia el conductor, comenzó a masturbar a su novio. La rubia no quitaba ojo de la maniobra y abriendo sus piernas comenzaba a pasar su mano por ellas.

Carlos reclinó la cabeza hacía atrás y empezó a disfrutar de una excelente paja. La pequeña rubia introdujo sus dedos por debajo de su tanga y comenzó a masturbarse. En una parada en un semáforo, Pau miró al taxista y comprobó que los estaba observando, ya no le importaba.

Carlos se corrió justo cuando el coche de atrás pitaba al taxista para que se moviera. La rubia se sacó los dedos de su coño y se los limpió ella misma con su lengua.

Vamos a casa – Dijo Pau al taxista.

Pau se había perdido.


Esto no es el final, es solo el principio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Firma en frío